lunes, 20 de noviembre de 2023

A MILÍMETROS DEL ABISMO






















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Lo que pasó en las elecciones de ayer nos coloca no sólo al borde de la guerra civil, sino además; del peligro inminente de la disgregación nacional.
Jamás compartí la idea de que la historia sea, ni lineal como afirman algunos ni cíclica como sostienen otros; estoy convencido de que ni se repite ni sigue línea alguna. Antes bien, creo que se compone de una dosis de azar, de un cúmulo de circunstancias que concurren, y que el resto de la menesunda lo constituyen los personajes que la protagonizan; y que todo eso junto y misturado en mayores o menores proporciones, es lo que marca el rumbo (siempre sinuoso, siempre con marchas y contramarchas) de la historia. Y que cuando ésta parece repetirse, eso es sólo una apariencia, un espejismo, una ilusión que engaña nuestros sentidos y nos nublan las entendederas; mientras que la realidad es que lo que se reitera, por parte de los personajes del presente, no es la historia; sino sólo los aciertos, glorias, errores, miserias y horrores cometidos por las figuras pretéritas, que vienen a ser fantasmas que no terminan de abandonarnos.
Pero empecé diciendo que con lo de ayer estamos, no ya en riesgo de guerra civil, sino también de algo peor aún: la disgregación nacional. Creo que si la grieta no degeneró antes en una guerra civil cuando lo de la puja entre ese engendro maldito llamado CABA (criatura horripilante parida por ese arquitecto del mal que fue Menem, ayudado en el parto por los fórceps que le alcanzó Alfonsín) de Larreta por un lado, y la nación de Alberto Fernández por el otro, fue porque éste último hizo la gran Nicolás Avellaneda: con espíritu componedor y ponderado incluso hasta caer en el extremo de lo pusilánime, aguantar y aguantar los desplantes y desbordes de Larreta (que venía a ser algo así como el infatuado, soberbio e imbécil de Carlos Tejedor en 1880). Pero ahora, con esto de ayer, cambiaron los personajes: Alberto Fernández sigue siendo Avellaneda, más ahora; Tejedor es Milei, Macri es Mitre, y para peor; Sergio Massa, el que debería haber sido el Julio A. Roca presidente electo en tanto ganador de las elecciones en aquel entonces; las perdió, a pesar de todo el gigantesco esfuerzo que hizo en pos de triunfar. Y encima, entre los ministros, gobernadores y militares (que fueron en definitiva quienes le dieron en la guerra civil de 1880 el triunfo a la nación por sobre las rebeldes Buenos Aires y Corrientes aliadas y sublevadas contra el poder central), no hay Pellegrinis, ni Antelos, ni Juárez Celmans, ni Del Visos, ni Iriondos, ni Levalles, ni Racedos, ni Fotheringhams; sino que hay (salvo alguna que otra honrosísima excepción que no hace más que confirmar la regla) un rejunte de inmundos, acomodaticios y oportunistas señores feudales; y politicastros de lealtad tan dudosa como su capacidad y tan derechos como "tronco 'e parra".
¡Ah!, casi me olvido: un amigo mío (seguramente con la mejor de las intenciones, claro), trató hoy de consolarme con un "tranquilizador": "Che, pero no seas tan tremendista; Milei no va a poder hacer todo lo que se le ocurra; porque lo van a frenar nuestros diputados y senadores, y te recuerdo que también está la izquierda para oponerse". Como lo quiero mucho, a duras penas logré contener mi lengua para no responderle: "A ver, pedazo de pelotudo, ¿tan pronto te olvidaste de sanguchito Bosio, del merquero ANal Medina, del traidor Randazzo, del asqueroso Pichetto y de toda la recua de burdéganos que, ya sea por carpetazos o por coimas, le consintió y votó a Macri todo lo que les puso ante las narices? Y en cuanto a la izquierda "argentina", ¿ya perdiste de vista que tanto Codovilla, Ghioldi y toda la demás basura troska de los años 40 y 50 son exactamente lo mismo que sus equivalentes de la actualidad: la Bregman, Del Caño, la Castañeira y demás lindezas, y que nunca dejaron de ser lo que fueron siempre: la otra cara de una misma moneda, esto es, la oligarquía vernácula? Por favor, no me consueles más...".
Así que ojo al piojo: no es "solamente" que se vienen cuatro años de un psicótico incestuoso como Milei, una marioneta a la cual maneja a su antojo el psicópata Macri; sino que está latente, acechando ahí nomás, la probabilidad espantable de la guerra civil y la disgregación nacional.
Estamos a milímetros del abismo.

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen: Tomás Müller