Escribe: Juan Carlos Serqueiros
¿Sabías de dónde proviene el vocablo "cadorna" para referirse a algo de baja
calidad, algo que es "berreta", digamos (por ej., "una botella de
Don Cadorna", aludiendo a un vino malo), y su derivación, la palabra
lunfarda "cadorcha"? Bueno, si no lo sabías, te cuento:
Luigi
Cadorna fue un general que actuó como jefe del ejército italiano durante la
Primera Guerra Mundial, enfrentando al del imperio austro-húngaro. Tan inepto y
cruel era ese sujeto, que su demencial ofensiva de Isonzo causó la espeluznante
cifra de 300.000 bajas propias entre muertos y heridos, y un retroceso en las
posiciones ocupadas por sus tropas, de nada menos que 80 kilómetros. Y como sus
soldados, hartos de su impericia, se retiraban o desertaban; no tuvo mejor idea
que castigarlos ejecutando, por sorteo, a uno de cada diez, como se hacía en
tiempos de la Antigua Roma. Como vemos, una pinturita aquel despreciable tipejo.
En
la década de 1920, los inmigrantes italianos en nuestro país empezaron a usar, en sentido claramente peyorativo y para designar cualquier cosa que fuera de
ínfima calidad, la palabra "cadorcha", la cual, más temprano que tarde, fue incorporada al lunfardo y
después "potenciada" con su derivación: "cadorcha",
producto de la combinación de "cadorna" y "garcha".
Gloria
Guerrero, en su libro (uno de esos que no-hay-que-leer) Indio Solari: el hombre ilustrado, escribe: "Ese vino en su
mesa no es un 'San' Cadorna, lo que indica devoción mística mas no alcurnia. Es
un 'Don' Cadorna. Fina prosapia.", equivocando el sentido del término, que
es, en realidad, precisamente el opuesto al que ella le asigna (además de
incurrir en el error de escribir
"San" como apócope de santo con la inicial en mayúscula, cuando debe
ir en minúscula toda vez que no se refiera a apellidos —por ej., San Martín—, o
a calles, avenidas, edificios públicos e instituciones, o a localidades —por
ej., San Juan—).
Así
que de ahora en más, ya sabés qué quieren decir "cadorna" y
"cadorcha".
¿Eh? ¿Que para qué te puede servir eso? Y... qué sé yo...
para nada. Pero como soy una especie de disco rígido que almacena muchos
terabytes de información inútil, y dado que con la cuarentena estoy más al pedo
que luz de giro en una locomotora y más aburrido que pajero manco; quise
compartirla con vos.