lunes, 28 de abril de 2025

EL DEBATE












Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Toda la movida que se produjo en torno al auspicioso acontecimiento que significa la obra teatral escrita y dirigida por Manuel González Gil y protagonizada por Pepe Monje y Gabriel Rovito: "El debate" (dicho sea de paso, te la recomiendo enfáticamente, es muy pero muy buena), vino a recordarme (innecesariamente, porque siempre lo tengo presente) mi puta suerte.
Aquel martes 13 de febrero de 1973 (yo no había cumplido aún 17 años) vimos con mi padre en el viejo televisor a válvulas comprado de segunda mano (al que había que encender un rato antes hasta que se calentara y empezara a emitir imágenes), en el programa "Las dos campanas", el debate entre José Ignacio Rucci y Agustín Tosco.
Como buen peroncho (porque lo soy incluso previamente a nacer: lo soy desde la panza de mi vieja), mis simpatías obviamente estaban con Rucci (lo cual no implica desconocer los altos méritos que deben atribuirse a un dirigente de la talla del Gringo Tosco).


Pero más allá de eso, ocurría y ocurre que, además de peronista; soy hincha del Globo, y en aquel debate, la vida me puso "en contra" de Tosco (que era de Huracán) y del lado de Rucci (que era de San Lorenzo). ¿Podés imaginar una desgracia mayor a esa de que en una pugna entre un quemero y un cuervo, yo tuviera que tomar partido por el segundo?
Me caigo en un pajar y seguro que me clavo la aguja, y si meto la mano en un balde lleno de conchas, seguro que saco una pija. Que lo re parió...
Aunque bien pensada la cosa (Borges dixit), a veces, no sólo la vida te da sorpresas (Rubén Blades dixit); sino que también te da revancha, y esta vez, a mí me dio las dos: el nieto de José Ignacio Rucci (hijo de su hija Claudia), Thiago Salischiker Rucci, hizo las inferiores en Huracán y actualmente juega en la reserva.


En fin... por una vez, al menos, y muchísimos años después del debate; sonó un tiro para el lado de la justicia y hay un Rucci situado donde corresponde: la Quema.
Más allá de las chicanas, no perdamos nunca de vista que Huracán-San Lorenzo es el clásico de barrio más importante del fútbol argentino, y que en cada familia quemera y/o cuerva, lo común, lo frecuente, es que el padre, la madre; el abuelo, la abuela; las hijas, los hijos; las nietas y los nietos, estén mezclados como hinchas de uno u otro. Pero sobre todo, recordemos siempre que sólo somos rivales deportivos; NO enemigos.

-Juan Carlos Serqueiros-


sábado, 26 de abril de 2025

COLA DE PAJA






















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Hay quienes se definen a sí mismos como democráticos, tolerantes, amplios, entendidos... y sin embargo; se demuestran incapaces de poner en perspectiva una diferencia que, en cambio; gustan de profundizar aporreando tu procedencia o burlándose de tu dios.
Gente que se dice amiga y que cuestiona tus ideas y tu acento; hasta que un buen día sale corriendo horrorizada al verte sosteniendo una ristra de ajos, creyendo que estás espantando a Drácula, en lugar de pensar que simplemente acabas de volver de la verdulería.
Pero claro, ciertas paranoias provienen de la cola de paja... o quizá de pensar que el otro se les parece en lo retorcido.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


jueves, 24 de abril de 2025

MARGO























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El impresionismo invadió todas las formas de expresión, no hay motivo para que la letra del tango sea una excepción. (Homero Expósito)

Homero Mimo Expósito (1918-1987) no es meramente un autor que alcanzó la excelencia en el empleo de la metáfora, ni un punto muy alto —uno más entre otros similares o iguales, quiero decir— a la hora de evidenciar el poder de síntesis que se tenga. No, es mucho más que eso; es lisa y llanamente la sublimación de la metáfora, es LA metáfora (a modo de ejemplo: Trenzas de color de mate amargo, escribe en “Trenzas” como genial sinestesia). Expósito es, entre nosotros los argentinos, la canonización misma de la poética inscripta en el impresionismo.
Y es también el súmmum en cuanto a capacidad de concentrar algo enunciado previamente, ya sea en un texto universalmente celebérrimo [Y yo pienso en la hormiga y la cigarra: / —meta guitarra / que yo laburo— (“Polos”), en alusión a la fábula atribuida a Esopo y recreada por La Fontaine y Samaniego], o instalado definitivamente en el imaginario colectivo [Como un desnudo de vidriera (“Afiches”), alegórico de lo promiscuo]; acertando a acotarlo a la brevedad de unos pocos vocablos que reunidos, condensen, por ejemplo, la representación fidedigna de un alma devastada por la pérdida o ausencia de la persona amada o por el hartazgo de vivir [Por eso grito mi dolor desesperado / como hincado en las ternuras del pasado (“Óyeme”); Ventanal, y esta pena que envenena, / ya cansado de vivir y de esperar (“Sexto piso”) y Se me gastaron las sonrisas de luchar (“Afiches”)], o la traducción en palabras de la pintura de un paisaje [Un arrabal con casas / que reflejan su dolor de lata (“Farol”)].
Su poesía es intrínsecamente elegíaca en tanto verso libre (es decir, no sujeto a ninguna métrica determinada) que aborda temáticas decididamente tristes y de relato invariablemente pesaroso. Expósito fue tan pero tan grandioso, que los argentinos hubimos de esperar cuatro décadas para que ¡al fin! apareciera en nuestro universo cultural un poeta que pueda equipararlo, o al menos; asemejársele: Carlos Indio Solari.
Dicho sea de paso, hay, entrambos artistas, coincidencias notables, como por ejemplo, en la búsqueda obsesiva de la perfección en sus obras, en una ubicación política de izquierda —a la americana en el caso del Indio, más a la europea en el del Mimo— pero apartidista, y en una misma postura asumida frente a la bohemia. Mire si no:

Nunca milité en ningún partido, pero me considero un auténtico liberal, y por consiguiente tachado, muchas veces, como zurdo. (Expósito)

Mi guía fueron los escritores de la izquierda americana, quienes me acercaron a otros autores… Yo tengo un estilo, pero no es neutral, es de izquierda. Independientemente de que coincida o no en su articulado con la manera de ver la izquierda de los demás, pero el estilo nunca es neutral. (Solari)

Me acostaba diariamente a las 9, 10 de la mañana. Allí andaba yo con el "Indio" Galván, Francini, Stamponi, Contursi... Parábamos en El Ciervo, de Callao y Corrientes, en el bar Suárez, en el Tropezón… La bohemia murió en la década del 50 y debe haber ocurrido en todo el mundo, nunca más la vi. Ni acá ni en los países de Europa que visité. Éramos un enjambre de vagos que nos encontrábamos a las cuatro de la mañana. El tiempo entonces corría muy lento. La nuestra era una ciudad poblada día y noche, de horario eterno. Para mí, la bohemia hoy empieza muy temprano, a las 4 de la mañana cuando me levanto, me siento al piano y toco lo que estaba soñando. (Expósito)

Abandoné la bohemia cuando me dejó de gustar. Había empezado todo un chusmerío que ya no era la bohemia que yo reconocía, donde cantábamos embriagados todos juntos… Me empezó a joder que después de una noche de caravana iba a estar un día tumbado al pedo… Me levanto muy temprano, a las cinco de la mañana, leo alguna cosita que ha quedado por ahí dando vueltas… puedo pintar, grabar, escribir, hacer música, tengo la suerte de poder hacer lo que quiero en cada momento. (Solari)

Perdón por la digresión, mejor retorno al objeto principal de este opúsculo:

MARGO
(Homero Expósito, 1945)

Margo ha vuelto a la ciudad
con el tango más amargo,
su cansancio fue tan largo
que el cansancio pudo más.
Varias noches el ayer
se hizo grillo hasta la aurora,
pero nunca como ahora
tanto y tanto hasta volver.
¿Qué pretende? ¿A dónde va
con el tango más amargo?
¡Si ha llorado tanto Margo
que dan ganas de llorar!

Ayer pensó que hoy... y hoy no es posible...
La vida puede más que la esperanza...
París
era oscura y cantaba su tango feliz,
sin saber, pobrecita
que el viejo París
se alimenta con el breve
fin brutal de la magnolia
entre la nieve...
Después
otra vez Buenos Aires
y Margo otra vez
sin canción y sin fe...

Hoy me hablaron de rodar
y yo dije a las alturas:
Margo siempre fue más pura
que la luna sobre el mar.
Ella tuvo que llorar
sin un llanto lo que llora,
pero nunca como ahora
sin un llanto hasta sangrar.
Los amigos que no están
son el son del tango amargo...
¡Si ha llorado tanto Margo
que dan ganas de llorar!

Nadie pintó tan magistralmente como lo hace Expósito en esta, su monumental “Margo”, la desilusión y la desesperanza que sobrevienen a la afanosa, desesperada y finalmente infructuosa, búsqueda del amor que se ha soñado e idealizado; y al desarraigo en que se incurrió al encarar la aventura (desventura) de dirigirse a tierras extrañas en pos de él. Y máxime, si quien sufre por ello es mujer (Y a más, mujer…, nos dice Luis Landriscina en su sentido poema “Maestra de campo”), y Mañana partirá mi tren / a la estación del olvido. / Un largo trajinar / por vías de dolor, / ansiando mi pronto arribo, nos sacude Andrés Clifford en su bellísimamente triste balada rock “Estación del olvido”).
En 1943, esto es, dos años antes de concebir y escribir “Margo”, Expósito ya había encarado el tema en otra sublime viñeta: “Percal”, narrando poéticamente el periplo de aquella piba quinceañera: la de tenías 15 abriles / anhelos de sufrir y amar, / de ir al centro, triunfar / y olvidar el percal, que en procura de conquistar el centro, pira de su casa y de su barrio para después, ya perdida la juventud; terminar llorando porque el único anhelo que se le ha cumplido es el de sufrir. Todo lo cual se agrava al verter sobre la herida un chorro de vinagre en forma de brutal certeza: la de saber que al final / no olvidaste el percal. Pero desde luego, eso en modo alguno implica que “Margo” sea una especie de remake ni de segunda parte de “Percal”.
La cosa no arranca por el principio, sino por el final. Desde el vamos, el autor nos pone frente al aquí y ahora de Margo, para recién después, en las estrofas siguientes, pasar a contarnos sus cuitas.
Margo es en sí misma una apuesta al amor, ese amor que no pudo encontrar en el país, y debido a ello, decide emigrar para buscarlo en tierras lejanas: una cantante de tango recientemente retornada desde París a la ciudad (Buenos Aires). Vuelve decepcionada, angustiada, agobiada, frustrada, hastiada y desesperanzada. Y en su agonía de esperar por el amor, su canción se ha tornado acerba, más agria que antes, cuando se marchó (“Margo ha vuelto a la ciudad / con el tango más amargo, / su cansancio fue tan largo / que el cansancio pudo más”).
Y trascartón, Mimo nos obsequia con una metáfora exquisita. Muchas veces Margo fue presa del insomnio que la tuvo hasta el alba sin poder conciliar el sueño, pero no a causa de un ruido o sonido como, por ejemplo, el estridular de un grillo; sino por la nostalgia y el desasosiego que la acuciaban en su extrañamiento (“Varias noches el ayer / se hizo grillo hasta la aurora, / pero nunca como ahora / tanto y tanto hasta volver”).
Y a continuación, el yo poético narrador, se pregunta: ¿Qué pretende? ¿A dónde va / con el tango más amargo?, para enseguida concluir: ¡Si ha llorado tanto Margo / que dan ganas de llorar! Interrogantes sin respuesta posible y que además, en realidad no están puestos para exigirla; sino que son simplemente el pie para exteriorizar el sentimiento compasivo enunciado inmediatamente después. Equivale a un “Adónde irá con su tango más triste que nunca la pobre Margo…”. ¿Se acuerda de esa verdadera joya que es “Domingo de agua”, de Osiris Rodríguez Castillos, en que se menciona a un peón de campo que en un domingo lluvioso no tiene novia que visitar ni —aunque la tuviera— tampoco caballo en el que ir a verla?: “Total… si vaya a’nde vaya / el triste nunca halla paz… / Conque más vale que llueva / me gusta oír garugar”? Bueno, es eso mismo.
Seguidamente, Expósito deja una sentencia que parece provenir de la expertise, y trae para Margo una suerte de obligada resignación, un cuasi fatalismo, al estilo del popular “qué le vas a hacer… es así”: (“Ayer pensó que hoy… / y hoy no es posible… / la vida puede más que la esperanza…”). Es tal cual, la esperanza no sirve para nada que no sea detenernos estérilmente; lo que motoriza es el deseo. Y esa es la gran tragedia de Margo: esperar; en vez de DESEAR.
Llegados a este punto, mi querido lector (y disculpe el atrevimiento, pero convendrá conmigo en que la circunstancia no sólo lo justifica, sino que incluso lo amerita), me animo a pedirle que preste especial atención a esto, porque lo de Mimo aquí es directamente de antología: conocedor profundo de París (tanto así, que la curtió por años: “Después me fui a París y aquello lo sentí como algo mío, al punto que ya me conocía todos los boliches”, manifestó en un reportaje), sabía perfectamente que la llamada ciudad luz no siempre es tan luminosa como generalmente se le atribuye ser (por constituir, en aquellas épocas, el faro cultural de occidente), y que mirada en detalle; también puede advertirse lo tenebroso de sus sombras (la visión romanticona sobre la tan mentada bohemia parisina es sesgada, y el relato que pinta ya edulcorada y despojada de miserias, la relación entre artista y vida bohemia, es puro mito). Asimismo, había visto (y admirado, claro) la magnificencia de sus magnolios en floración. Y hombre de vasta erudición al fin, sabía que la flor del magnolio no tiene pétalos protegidos por sépalos como sí los tienen otras flores; la magnolia está conformada por indefensos tépalos que al menor roce o contacto, ennegrecen, ajándose su belleza y muriendo. En fin… digamos que París, minga de ciudad luz, puede ser oscura y amenazar con devorarse a la pobre y vulnerable Margo, tal como a una magnolia (“París / era oscura y cantaba su tango feliz, / sin saber, pobrecita / que el viejo París / se alimenta con el breve / fin brutal de la magnolia / entre la nieve...”).
Así las cosas, arrasada por una pena existencial, Margo resuelve abandonar París y volver a Buenos Aires (“Después / otra vez Buenos Aires”). Esta Margo del regreso, tan distinta de aquella otra que recientemente llegada a París cantaba su tango feliz, sólo puede interpretar ahora tangos con letras hondamente tristes (después de todo, mi querido amigo, no debemos perder de vista que el tango no suele ser precisamente para la celebración jubilosa, sino para llorar lo perdido); por eso Margo está sin canción. Y descreída ya del amor al que había apostado todo lo mejor de sí, se ha convertido, en su honda decepción, en una Margo “sin fe” (“sin canción y sin fe…”).
Alguien —probablemente un metiche santurrón de esos que la van de moralistas y pontifican sobre la vida de los demás— arriesga un comentario… desafortunado y estúpido, digamos, atribuyendo el penar de Margo a la circunstancia de haber ella “rodado” (“Hoy me hablaron de rodar”). Cuántas veces habremos escuchado tangos en cuyas letras se menciona eso de rodar ¿no? Pero nadie conoce tanto a Margo como quien la creó; por eso el hablante lírico de la poesía le zampa al chismoso que emitió ese juicio a la ligera —y de paso, como alter ego de Expósito, también a cualquier otro… poco avisado, que malinterprete su poética coincidiendo con el pavote— su respuesta: “Y yo dije a las alturas: / Margo siempre fue más pura / que la luna sobre el mar”. Y seguidamente describe el horror del atroz sufrimiento por el que ella atraviesa y que soporta estoicamente sin que pueda tan siquiera dejarlo fluir en lágrimas (“Ella tuvo que llorar / sin un llanto lo que llora, / pero nunca como ahora / sin un llanto hasta sangrar”).
Y un cierre de aquellos, en el que vemos a Expósito florearse con su magistral dominio del lenguaje y con su inmensa capacidad para el manejo de los recursos de la lírica. Primero, urdiendo una metáfora que resulta estéticamente la más adecuada para pintar, poéticamente, la soledad de esa Margo del aquí y ahora, ya sin los amigos que antes, en otros tiempos, supo tener: “los amigos que no están”; y segundo, apelando a la polisemia al utilizar vocablos homógrafos, es decir, palabras que se escriben igual pero que no significan lo mismo: “son el son del tango amargo...” donde emplea son, del verbo “ser”; y son como indicador de sonoridad. ¡Humille, Mimo! Dígame usted, querido lector, si no es directamente para imprimirlo, enmarcarlo y colgarlo en el living. Pero ojo al piojo: no es que Expósito esté alardeando, eh; ocurre que esos en apariencia lujos literarios, no son tal cosa sino sencillamente la única manera de resolver bella y perfectamente esos versos. Si en el universo del tango Gardel es la perfección del canto y Troilo la perfección de la melodía (que lo son, sin dudas), Expósito es la perfección de la poesía.
Y para coronar esa obra maravillosa que es “Margo”, Mimo recurre a los mismos versos finales de la primera estrofa: “¡Si ha llorado tanto Margo / que dan ganas de llorar!”. Y es que esa metáfora es única e irremplazable, en tanto encierra toda la conmiseración, toda la compasión y toda la empatía.
El poema “Margo” fue musicalizado por Armando Pontier (1917-1983, Armando Punturero en el documento de identidad), compositor extraordinario y gran bandoneonista quien, zarateño como Expósito e integrante, junto a él; a Enrique Mario Francini y a Héctor Stamponi, de aquella runfla noctámbula, creativa e innovadora que provenía de esa ciudad y aledaños, acertó a ponerle la melodía justa a los versos de Mimo (aún cuando estos, al ser leídos, resuenan en los sentidos con una musicalidad que les es propia). Después de todo, no hay decreto alguno que nos sujete a la obligatoriedad de circunscribir nuestro goce al disfrute de la lectura de la poesía en estado puro, quiero decir, despojada de acompañamiento melódico-armónico-vocal; privándonos del placer de escucharla cantada, enriquecida y realzada con los elementos que le agrega la música.
Muchos cantantes han interpretado “Margo” y hay versiones de altísimo mérito y calidad superlativa, como por ejemplo y entre otras, la del Tano Alberto Marino con Aníbal Troilo y la del querido y siempre recordado Negro Rubén Juárez con Raúl Garello; pero la que más extasía mis sentidos es la de Julio Sosa con Amando Pontier, grabada en 1959. Es gloria de titanes, palabra.
Lo invito a que la escuchemos juntos, con una copa de noble y viejo tinto al alcance de la mano (y mejor todavía si es cabernet sauvignon):


Deleitémonos, pues. ¡Salud y hasta la próxima!

-Juan Carlos Serqueiros-



miércoles, 23 de abril de 2025

PERDIDA ENTRE TUS BRAZOS






















PERDIDA ENTRE TUS BRAZOS
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Que esté mi altar escondido
En tu corazón de agua y fuego,
Que nada manche la perfección
De esta magia que convierte
A las piedras en palomas
Y en poesía a la distancia.
Vierte tus milagros
Con tus alas de oro,
Viértelos entre mis cejas
Y yo derramaré mi amor
Perdida entre tus brazos
Hecha toda alma.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

lunes, 21 de abril de 2025

FRANCISCO, EL PAPA DE LOS POBRES












































Escriben: Gabriela Borraccetti y Juan Carlos Serqueiros

Una iglesia pobre y para los pobres. (Papa Francisco)


Los argentinos tenemos una grieta para todo. Francisco la quiso cerrar. Pero para cerrarla, jamás se puso del lado del maligno en la tierra. Nunca se asustó, y sólo nos pidió que rezásemos por él, porque tenía que enfrentarse al poder que durante siglos, puso en el mismo trono a nazis, a reaccionarios, a gente que cuando quiso ser como Jesús, murió misteriosamente como Juan Pablo I.
Es que hay que tener amor para cuidar a todos. Y él lo tuvo. Hay que ser un Cristo viviente y él lo fue.
Te vamos a recordar, Francisco, porque nos recordaste a Jesús diciéndonos que el acartonamiento, lo solemne y la impostura, no son para un papa. Pero la alegría, la humildad y el amor… son revolucionarios.

-Gabriela Borraccetti-


Una terrible sensación de orfandad que embarga. La pena que oprime y pesa. Y las palabras que pugnan por salir, pero finalmente se llaman a silencio.
Yo te quería y admiraba, cuervo Francisco. Este quemero pobre agnóstico que soy, te va a extrañar.
Buen viaje a la dimensión desconocida, a esa eternidad en la que vos creías y en la que a mí no me ha sido dable creer.
Mucha tristeza, MUCHA.

-Juan Carlos Serqueiros-


viernes, 18 de abril de 2025

I PUT A SPELL ON YOU

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Una de las grandes, inmortales, canciones en la historia de la música del siglo XX es, sin dudas, I put a spell on you, compuesta por el bluesman y creador del estilo shock rock Jay Hawkins, cuya letra (en inglés y en castellano) pueden ver a continuación:

I PUT A SPELL ON YOU
(Jay Hawkins)

I put a spell on you
Because you're mine.
You better stop
The things that you're doing.
I said "Watch out”!
I aingt lying, yeah!
I aingt gonna take none of your
Fooling around;
I aingt gonna take none of your
Putting me down;
I put a spell on you
Because you're mine.
All right!

PUSE UN HECHIZO EN TI
(Jay Hawkins)

Puse un hechizo en ti
Porque eres mía
Es mejor que dejes
Las cosas que estás haciendo
Te digo “Ten cuidado!”
No estoy mintiendo, yeah!
No voy a tomar en cuenta
Tus tonterías
No voy a tomar en cuenta
Cuando me quieras menospreciar
Puse un hechizo en ti
Porque eres mía
Así es!

Su autor creó la canción a fines de 1955 y la grabó en 1956. La letra gira en torno a una especie de... reclamo perentorio, diríamos, siendo buenos, a una novia suya para que volviera con él, ya que ella lo había abandonado. El chabón, dolorido, herido en su orgullo machista, enojado y frustrado, le advierte que la "hechizó", la amenaza e incluso la conmina a regresar con él, bajo el incontestable argumento de "porque eres mía", como si la chica fuese de su exclusiva propiedad.
Hay quienes sostienen que originalmente era una balada y que el productor de la compañía discográfica (una subsidiaria del sello Columbia) que editó el tema: Arnold Maxin, pretendía que la canción sonara más contundente, a lo cual Hawkins se negaba, apelando entonces Maxin a organizar una festichola pantagruélica en la cual emborrachó a Hawkins y a todos sus músicos y después los hizo tocar la canción, quedando así versionada como se la conocería masivamente; y ya no como la balada que supuestamente había sido en principio.
Pero también muchos afirman que no hubo tal cosa, sino que simplemente el día de la grabación, tanto Hawkins como el resto de la banda estaban absolutamente alcoholizados y que la versión que ese día salió, es la original tal como la concibió su autor.
Después se instaló en el imaginario colectivo la idea de que la canción había sido prohibida y censurada, por entenderse que metafóricamente su temática aludía al canibalismo.  Y por cierto, las escenificaciones que hacía Hawkins contribuían no poco a esta creencia. Personalmente creo que todo eso fue sencillamente parte de una gran campaña publicitaria, de esas a las que tan afectos suelen evidenciarse los yanquis.


Sea como haya sido, lo real y concreto es que se convirtió en un hit (el único en la carrera de Hawkins, por otra parte), y a partir de allí, el hasta entonces cuasi ignoto músico (ex boxeador y ex un montón de cosas más), pasaría a ser conocido como Screamin' Jay Hawkins, es decir, Gritón Jay Hawkins. Posteriormente, la canción sería versionada por gran cantidad de artistas en todo el mundo (Creedence Clearwater Revival, The Rolling Stones, Nina Simone, Joe Cocker, The Animals, Alice Cooper, Black Sabbath y muchos, muchísimos más), a punto tal, que es uno de los temas que con más covers cuenta en la historia de la música.
He aquí un enlace a la versión original, es decir, la del propio autor del tema, Jay Hawkins:


Pero particularmente, la versión que más me conmueve es la de Creedence Clearwater Revival, a la cual pueden acceder a través de este link:


Ya transcurridos nada menos que 70 años desde que fue creada, uno podría preguntarse si, dada la temática inequívocamente... machirula, digamos, de su letra; esta canción tendría hoy por hoy la trascendencia que a lo largo del tiempo tuvo. Y cada quien se responderá a sí mismo, más en lo que a mí atañe, me contesto que de no ser por la versión maravillosa de Creedence con la voz de John Fogerty que le pone un clima especialísimo hasta convertirla en mágica y atemporal, ya no la escucharía con el placer con que siempre la sigo escuchando.

-Juan Carlos Serqueiros-


jueves, 17 de abril de 2025

EL SONIDO




































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Días pasados mi esposa y yo fuimos a ver (y sobre todo; a ESCUCHAR) una excelente comedia escrita y dirigida por Javier Daulte, y protagonizada por Ramiro Delgado, Julia Gárriz, Jorge Gentile, Lu Grasso, Silvina Katz, Paula Manzone, Agustín Meneses, Marcelo Pozzi, William Prociuk y María Villar, obra esta que se las trae: "El sonido".
En ella se representa cómo, en función de sus intereses, ambiciones y traumas personales, se relaciona con la verdad y la posverdad toda la fauna actual: una chica que cree hablar con su madre muerta (¿te suena el psicótico Milei asegurando que habla con su perro muerto?); una hermana suya que siendo ella misma otorrinolaringóloga, paradojalmente está cuasi sorda, empecinada en negar una realidad la cual se niega a oír y a la que ha suplantado por un pasado ficticio que se auto inventó; una diputada de derecha (que a mí me hizo recordar mucho a la mileista Juliana Santillán, esa con pinta de trola y arturito al cuello) que transa con todo y con todos; una actriz afamada que, amenazada por el ocaso de su carrera, está dispuesta a retomar la relación con su ex marido: un chabón egoísta y acomplejado que se implantó pelo, papea con lo que raye y rehúye ver a sus hermanas pues tiene un miedo terrible a asumir responsabilidades y compromisos; un ñato que en otra época supo ser un referente principalísimo del rock nacional y que hoy produce jingles publicitarios junto a un socio gay, al cual desea en secreto; y un extranjero (sueco el hombre), que los manipula a todos: el tipo es una especie de Elon Musk, sin los millones de éste, pero que sueña con ganárselos extorsionando a todos los gobiernos del mundo con un aparato que es capaz de almacenar los sonidos emitidos en la historia de la humanidad.
Muy pero muy recomendable.

-Juan Carlos Serqueiros-


lunes, 14 de abril de 2025

TATUAJE










































TATUAJE
(Poema de Juan Carlos Serqueiros)

Tu paso breve en el pedregal
De aquella costa uruguaya
Esa ardiente tarde estival
Que te trajo hasta mi playa...
Era de ébano tu piel,
Exuberante tu figura
Y tus palabras en portugués
Preanunciaban la aventura.
“Será romance de verano”,
Musitaba alucinado;
Citas furtivas, secretas
Y las noches junto al faro...
“Sólo es pasión de verano”,
Obstinado machacaba
Con mis sentidos nublados.
La luna llena contemplaba
Nuestros cuerpos festejando,
Un volcán de sangre caliente,
Las glándulas estallando
Y la bandera del deseo
A los cuatro vientos ondeando.
Quedó en mi brazo tu tatuaje:
Bermejo globo de lujuria
Con una inicial en negro
Como proclama de furia.
Pero al fin sobrevino el fin
Y puso túnica de ausencia
A tu presencia que adelgazaba…
El pedregal de la costa brava
Fue testigo de la partida
Con las olas mensajeras
Portando esquelas de despedida.
Y sepultado quedó en la arena
Un resabio de tristeza
Archivado bajo las conchas
De fenecidas almejas;
Como crespones algas mustias
Denunciando la tragedia
De aquella pasión inmolada
En una hoguera de quejas.
Me abracé fuerte a la soledad
Y maldije a la frustración,
Más entonces mi corazón
(Que tan frágil parecía);
Echó luz en la oscuridad
Quitando el velo a la razón:
“Fue romance de verano”,
Como un eco repetía,
“Hay que ahuyentar el enojo,
Abrirle paso a la alegría”.
Y saludando a la consciencia,
Mi alma celebró otro día.

-Juan Carlos Serqueiros-

sábado, 12 de abril de 2025

ARCO IRIS




































ARCO IRIS
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Dejaré luces colgando
De la estela de un arco iris
Para que por la mañana
Al abrir tus ojos
Ya no veas al mundo gris.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


jueves, 10 de abril de 2025

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS (REEDICIÓN)


E
scribe: Juan Carlos Serqueiros

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS
(Beilinson - Solari)

Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y novedoso que puede ser...
Bombas de aquí para allá
Puede ser, es... irreal
Ya no estás solo
Estamos todos en naufragar
Son seis minutos y nuestra "mami" va a contestar
"Mami" elimina el error
de que vos sos capaz.
Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y tan sonado que puede ser...
Rayos de aquí para allá
Que linda calma, tan...

Vayamos por partes, dijo Jack The Ripper, y empecemos por donde corresponde, es decir, por el principio: el título. Alude a naufragio en la acepción que se le daba a ese término empleado desde fines de los 60 hasta los 80, y que después cayó en desuso. En esa época, en el ambiente de la bohemia se le decía naufragar a pasarse las noches sin dormir, yirando por muchos lugares, divagando, dejando volar libremente la imaginación. La bohemia creativa, digamos. Eso. 
El Indio y su amigo, el periodista Alfredo Rosso, en una de esas noches de naufragio, entre empanadas y escabio, se pusieron a ver una película del cineasta ruso Andrei Tarkovski: "Offret" ("Sacrificio"), recientemente estrenada (recientemente, en 1986, me refiero; año coincidente con la aparición de Oktubre), y que fue la obra cuasi póstuma de Tarkovski, ya que la filmó en su exilio en Suecia, cuando irremediablemente se estaba muriendo. Cuenta Alfredo Rosso que ese film —considerado una de las obras cumbres de la cinematografía mundial— impactó fuertemente en Solari.
En esa película, expresiva de un extraordinario misticismo, el protagonista principal es Alexander, un ex actor y escritor que vive con su familia (su mujer y un hijo pequeño que adora y al que llama "el hombrecito" —que está temporalmente mudo a causa de una operación de amígdalas—) en una remota isla de Suecia, en una pequeña comunidad, en contacto con la naturaleza y alejado del resto de la humanidad. Pero un día, coincidiendo con la fecha del cumpleaños de Alexander, llegan a visitarlos la hija de éste y su esposo, Viktor, un médico descreído, cínico y brutalmente racional. Un extraño cartero, Otto —que es un personaje sumamente ilustrado, lo cual sorprende a Alexander, que en su prejuicio de intelectual, no esperaba que "un simple cartero" exhibiera semejante caudal de conocimientos—, le trae a éste telegramas de salutación que desde Londres le envían amigos y ex compañeros de teatro. Y hay allí una escena en la que se representa la tesis nietzschiana del eterno retorno, con Otto girando en círculos con su bicicleta. A partir de allí empiezan a suceder cosas extrañas: hay temblores y se escuchan aterradores sonidos de fondo; hasta que Alexander y su familia ven en la televisión la noticia de que se ha desatado una guerra nuclear. En ese momento se cortan la luz, el teléfono y todo otro servicio, y Alexander, desesperado, implora a Dios que haga cesar el conflicto y le ofrece a cambio cualquier sacrificio (o sea, el intelectual cínico se vuelve un místico, cosa que en el fondo siempre fue, sólo que sin adquirir consciencia de que lo era). El cartero Otto le dice a Alexander que la única manera es que acceda a hacer el amor con María (otro de los personajes de la película: una empleada doméstica al servicio de Alexander, que vive cerca de la parroquia (una iglesia abandonada, en clara alusión tarkovskiana al alejamiento del hombre respecto a Dios), y Alexander sigue sus indicaciones. En el camino a casa de María (trayecto que Alexander hace en la bicicleta de Otto), sufre tres caídas, en alusión a las de Cristo. Toda la película está llena de metáforas y simbolismos, de principio a fin, y Tarkovski utiliza magistralmente los recursos pasando de partes en blanco y negro a partes en color y en sepia. Y de la música (folclore sueco, ruso y japonés, y Bach), bueno, qué decir… sublime todo. Al final, el conflicto nuclear, como por arte de magia, cesa. Inexplicablemente, todo vuelve a la normalidad como si nada hubiese ocurrido y se tratara sólo de un mal sueño, de algo que en realidad no sucedió (Tarkovski deja flotando esa duda), pero Alexander se apresta a cumplir el sacrificio pactado con Dios (le había prometido un voto de perpetuo silencio y renunciar a lo más amado en su vida: su hijo); entonces se dispone a incendiar su casa. La película termina con su pequeño hijo regando un árbol seco, sin vida, y con Alexander sentado en el suelo contemplando cómo se quema su casa; mientras una ambulancia viene a llevárselo para encerrarlo por demencia.
Así, la letra de “Canción para naufragios” viene a ser un sumario de las sensaciones que despertó en el Indio, expresado con su genial poder de síntesis y su extraordinaria capacidad para hacer que las palabras resuenen musicalmente. 
En ese orden de ideas, “es tan chiflado y obnubilado que puede ser... / tan caprichoso y novedoso que puede ser...”, es una estrofa irónica, aludiendo a la compulsión auto destructiva del ser humano. Se refiere que es tan inimaginadamente loca la idea de una guerra nuclear, que precisamente por eso, de tan loca, de tan “chiflada” la concepción de esa posibilidad que lo obnubila; él teme que pueda llegar a ser cierta, que pueda transformarse en algo real. Con lo de “bombas de aquí para allá / puede ser, es... irreal”, expresa la aterradora hipótesis de que dos potencias (recordar que el disco Oktubre que contiene esta canción es de 1986, época en la cual aún estaba en discusión si los EE.UU. eran más poderosos que la URSS o al revés) comiencen a intercambiarse bombazos nucleares, y él la imagina como real (“puede ser”, dice), y enseguida la desecha espantado, quiere auto convencerse de que no puede ser, que seguramente es “irreal” esa posibilidad. 
Lo de “ya no estás solo / estamos todos en naufragar” es una referencia a una de las escenas de la película, parte de un diálogo entre el cartero Otto y Alexander
La estrofa de “son seis minutos y nuestra ‘mami’ va a contestar / ‘Mami’ elimina el error / de que vos sos capaz.”, alude a quién toma primero la delirante decisión de iniciar una guerra nuclear (en la imaginación del Indio, quien lo hace es la URSS), y a la respuesta inmediata de la otra potencia (EE.UU.), replicando de idéntico modo. Seis minutos era el tiempo que en los 80 se estimaba que tardaba un MBI (Misil Balístico Intercontinental) en llegar a EE.UU desde Rusia atravesando el Polo Norte y viceversa. La “mami” son los yanquis (en la jerga de la KGB, la agencia rusa de inteligencia, se le decía así a la CIA de Yanquilandia). La metáfora de los “seis minutos” tiene un doble sentido, porque el Indio también la aplica para referirse a un primer plano-secuencia de la película de Tarkovski —uno de los más largos en la historia de la cinematografía— que dura exactamente eso: seis minutos, y por ello, también la canción dura ese tiempo. Pero hay dos menciones a “mami”. ¿Por qué? Sencillo: la escena en la que Alexander va a ver a María para pedirle que se acueste con él y así salvar a la humanidad de la guerra nuclear, comienza con él contándole a ella su relación con su madre, etc. (en esa parte Tarkovski se está retratando a sí mismo a través de su personaje, ya que su madre era una de esas madrazas rusas contenedoras). Y a continuación, en la misma escena, Alexander le pide a María que "duerma" con él para salvar al mundo, y ella no entiende; sólo atina a consolarlo, a compadecerlo y a darle su misericordia y su amor. Al final de la escena, se acuestan juntos y ambos aparecen como flotando, María levita, etc. Una escena sublime. A lo que voy, es a que la estrofa del Indio es una metáfora de doble significación: la "mami" de la primera frase es, efectivamente, EE.UU, que va a "contestar" el misil ruso en "seis minutos", pero por otra parte; la "mami" de la segunda frase, esa a la cual Alexander le pide que "elimine el error", es María, su empleada doméstica (y me imagino que no hará falta que aclare el porqué de la elección del nombre María por parte de Tarkovski para su personaje, ¿no?).
Luego, con lo de “es tan chiflado y obnubilado que puede ser...”, Solari vuelve a aterrarse ante la sola idea de semejante desastre, de que tan delirante posibilidad pueda ser cierta, y alude de paso al final de la película de Tarkovski, en la cual una ambulancia viene a llevarse a Alexander para encerrarlo por loco (“chiflado”). Lo de “tan caprichoso y tan sonado que puede ser...”, es una reminiscencia del Indio a la tesis (creo que freudiana, no estoy seguro —¡ayudame acá Gabriela!—) de que el ser humano lleva la autodestrucción en sí mismo. Le parece que si esa idea ya cruzó por la mente de algunas personas que imaginaron que semejante desastre pueda ocurrir efectivamente, que si es “tan sonado”; eso va a terminar materializándose tarde o temprano. Teme, entonces, que obedeciendo a un impulso loco ("caprichoso"), algún tarado en algún lugar del mundo apriete un botoncito y dé comienzo a una guerra nuclear. Y trascartón, se imagina (“rayos de aquí para allá”) lo que sería el intercambio de misiles nucleares entre uno y otro punto del planeta, hasta la destrucción total.
Y cierra la letra con lo de “que linda calma, tan...”, que es una frase irónicamente conformista. Se refiere (otra vez: situarse en los 80, cuando las superpotencias eran la URSS y los EE.UU.) a que si bien el mundo no andaba de lo mejor y había quilombos y guerras en varias partes del mismo; por lo menos las super potencias de ese entonces estaban —solamente en lo formal, claro— “en paz” (era la llamada “Guerra Fría”); no se estaban bombardeando entre sí con misiles nucleares, entonces, prefiere, lógicamente, esa “paz” aparente (“linda calma”); antes que una guerra nuclear que termine con el mundo.

Enlace a la canción en You Tube: http://www.youtube.com/watch?v=FSHivZdCwlE 

-Juan Carlos Serqueiros-