sábado, 13 de mayo de 2023

LE FIACRE. YVETTE GUILBERT NOS CANTA LA TRAGEDIA DEL CORNUDO
























































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Pero, por supuesto, yo tenía coplas de todo tipo, como las del Fiacre con persianas bajas... que, en esa época, ¡parecían atrevidas!... Hoy serían cantadas en el cumpleaños de un niño. (Yvette Guilbert)

Dicen que era fea, que tenía la nariz kilométrica, la boca demasiado grande, el cuello desproporcionadamente largo, el pelo rojo fuego invariablemente recogido "así nomás" con un moño, "a la que te criaste" y sin molestarse en pasar por el coiffeur. También dicen que era desgarbada, escuálida, que no tenía tetas ni culo y que siempre actuaba con un vestido verde que, más que confeccionado por un modista de nota; parecía cortado a hachazos, y que era escotadísimo al cuete nomás, porque abajo... no había nada. Y encima; con esos guantes negros...
Qué sé yo, allá ellos y lo que digan. Para mí, Yvette Guilbert era hermosa, divina. Y por lejos, pero por MUY lejos; me parece la mejor cantante de la Belle Époque. Casi inmóvil sobre el escenario, no necesitaba de ademanes ni tenía que andar gesticulando ampulosamente ni se veía obligada a asumir poses alusivas; porque para conmover con su canción, le bastaban y sobraban las muecas esbozadas en su rostro, y sobre todo; la magia de su voz, de su maravillosa voz.
Esa combinación de gestualidad facial en la que sus ojos y labios expresaban y dejaban traslucir las circunstancias y emociones cualesquiera fueran que se narraran en la letra, y un gorjeo ensoñador en el que no se la oía chingar jamás una nota, un tono, ni incurrir nunca en una infracción del tempo; sacudía hasta el paroxismo a un público que sentía cómo le taladraban el alma aquellas canciones crudelísimas y a menudo sórdidas, que hablaban de la marginalidad, la violencia, el adulterio, la prostitución, la miseria, el aborto, la homosexualidad y el crimen; y que a priori jamás nadie hubiera imaginado que pudiese desgranar tan magistralmente aquella dama genial cuya presencia proyectaba una imagen serena, formal y seria, de "mujer de su casa", tan distante de la de femme fatale, sensual, sugerente y voluptuosa que con empeño cultivaban sus congéneres colegas.
Trataré de hacerme entender mejor apelando a un ejemplo: nadie pudo cantar y decir el tango como lo hizo el Tata Floreal Ruiz, ¿no? ¿Estamos de acuerdo? Bueno, asimismo; nadie pudo cantar y decir la canción parisina como la Diseuse Yvette Guilbert, la diva total.
Vamos a escucharla interpretando una canción de Léon Xanrof que trata sobre un adulterio que deriva en tragedia: en un fiacre (una berlina carrozada tirada por caballos) amarillo (denotando que se trata de un coche de alquiler), van amartelados una mujer y su amante besándose ruidosa y despreocupadamente, porque el carruaje lleva corridas las cortinas cubriendo las ventanillas de modo de ocultarlos a los ojos indiscretos. Ella alza la voz, pidiéndole a él que se saque los anteojos para besarla, porque le lastiman el rostro (u otra parte, vaya uno a saber...). Y en eso, un caballero ya de cierta edad, que justo pasa por ahí, reconoce la voz de su esposa en el interior del fiacre, y seguro ya, pese a no poder verla, de que se trata de ella; muy enojado echa a correr por detrás del carruaje, persiguiéndolo. Pero como los adoquines de madera están mojados, el pobre cornudo resbala, cae y se rompe la crisma. Los adúlteros bajan del fiacre, y la mujer le dice a su amante: "¡Búho (por los anteojos), es mi marido! Ya no tendremos que escondernos de él. ¡Dale cien soles (cinco francos) al cochero!".
Escuche, apreciado/a lector/a, la canción (y no se preocupe: he previsto que quizá usted no entienda el francés -tampoco yo lo hablo, dicho sea de paso-, así que además del video; transcribo, más abajo, la letra en el idioma original en que fue escrita, y también traducida al castellano):

LE FIACRE
(Léon Xanrof)

Un fiacre allait, trottinant
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Un fiacre allait, trottinant
Jaune, avec un cocher blanc

Derrière les stores baissés
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Derrière les stores baissés
On entendait des baisers

Puis une voix disant "Léon!"
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Puis une voix disant "Léon!
Mais tu fais mal, ôte ton lorgnon!"

Un vieux monsieur qui passait
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Un vieux monsieur qui passait
S'écrie "Mais on dirait qu' c'est...

Ma femme, donc j'entends la voix"
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
"Ma femme, donc j'entends la voix"
Y se lancer sur le pavé en bois

Mais y glisse su' l' sol mouillé
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Mais y glisse su' l' sol mouillé
Crac! il est écrabouillé.

Du fiacre une dame sort et dit
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Du fiacre une dame sort et dit:
"Chouette, Léon! C'est mon mari!

Y a plus besoin d' nous cacher,
Cahin, caha, hu, dia, hop là!
Y a plus besoin d' nous cacher
Donne donc cent sous au cocher!

EL FIACRE
(Léon Xanrof)

Se fue un fiacre, trotando
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Se fue un fiacre, trotando
Amarillo, con un cheque en blanco

Detrás de las persianas bajadas
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Detrás de las persianas bajadas
Pudimos escuchar besos

Entonces una voz que dice "Léon!"
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Entonces una voz que dice "¡Léon!
¡Pero me haces mal, quítate los anteojos!"

Un viejo caballero que pasaba
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Un viejo caballero que pasaba
Gritó "Pero diría que es ...

"Mi esposa, entonces escucho la voz"
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
"Mi esposa, entonces escucho la voz"
Y se lanzó sobre el pavimento de madera

Pero resbaló en el suelo mojado
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Pero resbaló en el suelo mojado
Crac! Él está aplastado.

Desde el fiacre sale una dama y dice:
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Desde el fiacre sale una dama y dice:
"¡Búho, Léon! ¡Ése es mi marido!

Ya no necesitamos escondernos
Cahin, caha, hu, dia, salta allí!
Ya no necesitamos escondernos
¡Dale al cochero cien soles!"


Le deseo que haya disfrutado de la canción y de la historia tanto como yo. ¡Hasta pronto!

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen: Henri de Toulouse-Lautrec, "Yvette Guilbert saluant le public (Yvette Guilbert saludando al público)", óleo sobre papel, 1894.