lunes, 8 de mayo de 2023

CITROËN





























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Carlos de la Púa (Carlos Raúl Muñoz y Pérez, n. La Plata, 14.01.1898 - m. Buenos Aires, 09.05.1950), también conocido como Carlos Raúl Muñoz del Solar o El Malevo Muñoz, fue un periodista y poeta que nos dejara viñetas crudelísimas de aquella Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX, en su libro La crencha engrasada (ed. 1928), que dedicó "a todos los canillitas de Buenos Aires y con especial devoción a la figura histórica de El Diente, don Eduardo Dughera" y "a mis rivales en el cariño de Buenos Aires: Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Jorge Luis Borges".



En unos de los poemas incluidos en dicha obra, titulado "Citroën", este mimado por la musa rea nos pinta la evocación sentida, melancólica y apenada, que un yo poético (tal vez mimetizado con él mismo o no; ignoro, como todos, si los versos se los inspiró una vivencia propia) hace de una ex prostituta después "evolucionada" en mantenida.

CITROËN
(Carlos de la Púa)

Siempre en cucliya te miró mi pena,
antes de ser lo que sos hoy: bacana,
en la enlozada vieja en que se entrena
el políglota loro de Ritana.
Después, con más chiqué y con más tacto,
en la aliviada que te dio la guita,
te divisé montada al artefacto
que Lola Mora en el Balneario imita.
Y en el Florida matutino
que cantara Rubén en verso fino,
te campanié de nuevo, embelesado.
En la higiénica imagen atrevida,
tu blanco Citroën de mantenida
era como un bidet estilizado.

"Siempre en cucliya te miró mi pena / antes de ser lo que sos hoy: bacana, / en la enlozada vieja en que se entrena / el políglota loro de Ritana": conoció a la señorita en cuestión, cuando ella era pupila en un queco, un tugurio del centro, disfrazado de "pensión", que quedaba por entonces en la calle del Temple (actual Viamonte) entre Esmeralda y Maipú, y que era conocido como “lo de la Ritana” porque lo regenteaba una italiana que se hacía llamar Madame Jeanne, y cuyos nombre y apellido verdaderos eran Giovanna Ritana. Esta fulana, para explotar (además de a sus pupilas, las cuales eran "provistas" por la Sociedad de Varsovia, una tenebrosa organización delictiva dedicada a la trata de blancas, que raptaba de sus países y traía al nuestro, mujeres polacas, rusas, rumanas, húngaras, etc.) la ficción instalada en el imaginario colectivo con respecto a las tan codiciadas putas francesas; había trocado su nombre en el equivalente galo: Jeanne, y alentaba a que la llamasen por el diminutivo: Jeannette; pese a lo cual en el vocabulario corriente, en la yeca, se referían a ella con el mucho más apropiado "la Ritana", tal como señalé precedentemente. Las mujeres que laburaban allí eran de distintas nacionalidades, y por eso lo de "políglota loro de Ritana", debido a las palabras en diversos idiomas que en ese establecimiento podían oírse, y porque a las prostitutas extranjeras se les decía "loras" (de allí, precisamente, viene la expresión la concha de la lora). Así, el vate, con su maravilloso poder de síntesis, nos regala esa magistralmente ilustrativa metáfora.




Seguidamente, el hablante lírico de la poesía se retrotrae en el tiempo y la evoca con un dejo de lástima por la vida que ella llevaba al momento de conocerla ("te miró mi pena"). La recuerda en cucliya (en cuclillas, agachada), lavándose, después del acto sexual, las partes íntimas, en una palangana mugrosa, compartida con las demás ("la enlozada vieja", refiriéndose a esa especie de jofaina enlozada que se usaba por entonces en casi todas las casas -y obviamente, también en los lupanares-; ya que artefactos como el inodoro, el bidet y la bañera, eran artículos de lujo, carísimos y reservados a muy poca gente).


"Después, con más chiqué y con más tacto, / en la aliviada que te dio la guita": la recuerda cuando ella ya no laburaba en el prostíbulo de la Ritana, sino en otro más lujoso o quizá en un derpa propio o alquilado. Había adquirido más roce, cierta cultura y fineza en el trato ("más tacto"), y adoptado modales chiqué, esto es, ostentosos, diqueros. La mina venía cazando un buen billete porque se había transformado en una puta cara ("la aliviada que te dio la guita").


"Te divisé montada al artefacto / que Lola Mora en el balneario imita": geniales metáforas de Carlos de la Púa. "Te divisé montada al artefacto", es decir, ella ya no terminaba de fifar y se lavaba en una palangana como hacía antes en lo de la Ritana, sino que ya disponía de un bidet, y entonces; lo hacía "montada" en él.


Y todavía más impactante: el "artefacto que Lola Mora en el balneario imita" es una analogía entre el bidet en el que la mina se lava, y la obra "La Fuente de las Nereidas", de la escultora tucumana Lola Mora, en la cual se representa el nacimiento de la diosa Venus. En el centro de la escultura, una nereida sostiene una valva, es decir, una concha de ostra, gigante, de la cual surge Venus. Por eso, el imaginario popular de la época asociaba esa escultura a una mujer lavándose, justamente, la vagina en el bidet. Y lo de "en el Balneario", es porque la Fuente de las Nereidas está ubicada en la Costanera Sur, en una parte donde a principios del siglo XX estaba situado el Balneario Municipal de Buenos Aires, cuando el río de La Plata aún no estaba contaminado y la gente podía bañarse en sus aguas.


"Y ayer, en el Florida matutino / que cantara Rubén en verso fino, / te campanié de nuevo, embelesado": otra metáfora que evidencia la gran cultura general que ostentaba Carlos de la Púa: el día anterior, justamente ("ayer"), se la cruzó a la mina, ya convertida en una gran dama, paseando por la calle Florida. Y la campanea "embelesado", es decir, la contempla admirado; ella está hecha una diosa. Y lo de "que cantara Rubén en verso fino", se refiere al poeta nicaragüense Rubén Darío (a quien De la Púa admiraba con devoción y hasta se sabía de memoria sus poemas), que por esa época vivía en Buenos Aires, deslumbrado por el aspecto de gran metrópolis que estaba adquiriendo nuestra capital, e hizo unos hermosos versos descriptivos del hechizo que le provocaba la calle Florida.
"En la higiénica imagen atrevida / tu blanco Citroën de mantenida / era como un bidet estilizado": La ve a la mina subir a su coche, un Citroën blanco, auto de "mantenida". Es decir que ella ya no es la trola que él conoció en un prostíbulo y siguió frecuentando después en otro más caro; ahora la percanta pelechó, vive como una bacana, dejó la "profesión" y es la querida, la amante de un tipo con mucha guita que le regaló el auto. Entonces, él compara las veces en que la vio, tiempo ha, en aquel quilombo, lavándose ("higiénica imagen atrevida"), primero en una palangana y luego en un bidet; con la imagen que le proyecta ahora: hecha una gran dama en su Citroën blanco, el cual a él se le antoja un "bidet estilizado".
Ah, y le dejo aquí una perlita adicional, una yapa, digamos: no tiene absolutamente nada de casual que el poeta haya elegido justo ese auto; porque ocurre que el Citroën 5 CV fue el primero de los modelos de esa marca que ingresó a nuestro país allá por los años 20, y que precisamente, había sido diseñado por André Citroën para el público femenino.


Y colorín colorado, este poema ha terminado. Si le gustó, mi querida/o amiga/o, no se prive del placer de leer todo el libro La crencha engrasada. Es más, salga corriendo a comprarlo, y si no lo encuentra o no tiene dinero para adquirirlo; entonces mándeme un comentario por acá, a este ghetto que hemos dado en llamar Esa Vieja Cultura Frita, y gustoso se lo enviaré en formato digital por correo electrónico.
¡Hasta la próxima!

-Juan Carlos Serqueiros-