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viernes, 31 de mayo de 2024

DE ARTISTAS Y DE LOCOS






























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Hay, sin embargo, un cargo al que debo responder, y que apenas satisfecho por una parte, reaparece por otra bajo nueva forma. Es anticipado o superfluo, se dice, un Observatorio en pueblos nacientes y con un erario o exhausto o recargado. Y bien, yo digo que debemos renunciar al rango de nación, o al título de pueblo civilizado, si no tomamos nuestra parte en el progreso y en el movimiento de las ciencias naturales. (Domingo Faustino Sarmiento, discurso inaugural del Observatorio Nacional Argentino, 24.10.1871)

El 24 de octubre de 1871, el presidente de la República, Domingo Faustino Sarmiento, inauguraba en Córdoba el Observatorio Nacional Argentino (en la actualidad, Observatorio Astronómico de Córdoba). En el discurso que pronunció en esa oportunidad, empleó las frases que se citan precedentemente, en las cuales expresaba su punto de vista en relación a la oposición y las muchas críticas que el proyecto había tenido en Buenos Aires, manifestadas principalmente en el diario La Nación, de Mitre, que desde el anuncio del proyecto lo había reputado de gasto superfluo esgrimiendo como argumentos, entre otros, la guerra contra el Paraguay, la guerra franco-prusiana, la epidemia de fiebre amarilla y la situación en Entre Ríos. Eso sí: lo que nadie admitía públicamente —y la prensa menos que nadie— era la “herida” que al orgullo porteño le infligía el hecho de que se lo situase en Córdoba y no en Buenos Aires.
La imagen que oficia de portada al presente opúsculo es una litografía alusiva a dicho evento, publicada con posterioridad (diciembre) al mismo, inserta en el periódico decimonónico El Mosquito. En ella aparece caricaturizado Sarmiento, quien con un telescopio mira la luna, en cuya cara se evidencia una expresión, digamos… demencial, remitiéndonos de ese modo inequívocamente a su apodo: "loco".
El Mosquito fue un periódico que se auto definía como independiente (condición esta que perdería en 1882, año en que su propietario celebró un contrato que por el término de dos años lo ponía bajo el auspicio del Partido Autonomista, y que por otra parte; resignaría luego definitivamente a partir de un indisimulable alineamiento con el roquismo y el juarismo), satírico, burlesco y de caricatura, cuyo primer número salió a la calle el 24 de mayo de 1863, y que logró mantenerse exitosamente en las preferencias del público durante treinta años, hasta su última edición el 16 de julio de 1893. Satirizaba a todos y se reía de todos, empezando por sí mismo, es decir, por quienes constituían su propio staff; y ante la pregunta de si era “mashorquero” (rosista) o “salvage” (unitario), “crudo” (alsinista) o “cocido” (mitrista); respondía: “soy político y como todos los demás del gremio disbarro y disbarraré” (donde se emplea disbarro por desbarro: desatino, yerro, barbaridad, disparate). Quedaba clarísimo: El Mosquito podía asumir cualquier postura política o ideológica e incluso adherir ocasionalmente a un partido o candidato, para ponerse en contra inmediatamente después, arrogándose la prerrogativa de ostentar una llamativa volubilidad a la cual convertía (exitosamente, además) en derecho propio y en motivo de orgullo.
En mayo de 1868 se incorporó a El Mosquito como ilustrador Henri —nombre argentinizado en Enrique— Stein (n. París, 04.10.1843 – m. Buenos Aires, 17.01.1919), quien pronto se constituiría en factótum y pasaría a detentar el cargo de director gerente, para después adquirir el periódico y convertirse en su editor y director propietario.


Desde sus inicios mismos, El Mosquito venía satirizando tenaz, asidua y abundantemente a Sarmiento, pero a partir del ingreso de Stein; haría de él una de sus “víctimas” predilectas, representándolo como un loco (por ejemplo, en la que hemos visto), o un mono, o un asno, o un elefante, o una hiena, o un payaso, o un vampiro que en vez de sangre; chupa sueldos, o como “el general Cagatinta”, o como… En fin, digamos que al semanario cualquier bondi lo dejaba bien para caerle con tutti. E incluso, para zaherirlo y ridiculizarlo aún más; llegó hasta declararse sarmientista, esto es, partidario de la candidatura presidencial de Sarmiento, porque… ¡le garantizaba las mejores caricaturas!
Pero el asunto era de toma y daca, porque “el tremendo sanjuanino” (José María Rosa dixit) era, como sabemos, un sujeto atrabiliario y un polemista terrible, y tampoco se paraba en pelillos a la hora de denostar a Stein (a quien por otra parte; catalogó de “matón del lápiz”).
Así las cosas, con tanto agravio y tanta ofensa de uno y otro lado, sería lógico inferir que entrambos existía un odio profundo y un sordo rencor, pero contra lo esperable; en modo alguno era así, por lo contrario; lo que había era un mutuo sentimiento de admiración y respeto que trascendía las estocadas que se cruzaban. Y mucho menos existió conflictividad entre El Mosquito de Stein y el poder político encarnado en Sarmiento, que jamás  movió un dedo para coartarlo o censurarlo.
De hecho, Sarmiento había mandado a encuadernar todas las caricaturas suyas publicadas en El Mosquito, y además; su casa en el Carapachay estaba empapelada con ellas. Por su parte Stein, tras la muerte de Sarmiento el 11 de setiembre de 1888, en la edición n° 1341 de su periódico, correspondiente al domingo 16 de dicho mes, absteniéndose decorosa y respetuosamente de la caricatura; publicó en la primera página un soberbio retrato de Sarmiento, y a continuación, en la página 3 reconoció que su “impertinente lápiz se ha burlado muchas veces de esta inteligencia tan potente, original y vasta” (sic), tras lo cual hizo el elogio de tan alta e ilustre personalidad, manifestó sentirse con “el espíritu entristecido y el corazón oprimido” (sic), adhirió al luto general, y se lamentó de que el acotado espacio de su publicación no le permitiese, como sin duda lo deseaba, acompañar el retrato con una biografía. Y no se detuvo allí su homenaje al sanjuanino, porque en el número siguiente, esto es, la edición n° 1342 de fecha 23, en la página central publicó una esmeradísima litografía en la cual se ilustra la bienvenida celestial que a Sarmiento le dan San Martín, Belgrano, Moreno, López y Planes, Las Heras y otros próceres, en palabras que le hace decir al primero: “Venga, Dn. Domingo, sea Vd. el bienvenido, que aquí hay lugar para los que como Vd. han servido bien a la patria y al progreso” (sic).





No por nada el propio Stein consignó en más o menos estas palabras: “por aquella época todos estábamos locos como Sarmiento”. Y es que más allá de sus innegables dotes para ser lo que fue: un perspicaz y exitoso empresario periodístico y comercial (porque no hay que perder de vista esa faceta a la hora de describirlo); él era en esencia un magistral artista de la ilustración política, pero con la chispa de la "locura" que se traducía luego en su inventiva y en su osadía. Así también como, independientemente de sus indubitables condiciones de infatigable periodista combativo y de portentoso escritor; Sarmiento era intrínsecamente un "loco"... genial.
Tal como sabiamente enunció Aristóteles, “ninguna gran mente ha existido nunca sin un toque de locura”. Y al fin y al cabo, el caso es, mi querido amigo lector, que de artistas y de locos todos tenemos un poco.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS

AGN. Fondo Enrique Stein, Sala VII, Leg. 1438-1441.
Belín Sarmiento, Augusto. Sarmiento anecdótico. E. Tipográfico de David Soria, Buenos Aires, 1905.
BNMM. Diarios y revistas. El Mosquito, periódico semanal, independiente, satírico, burlesco y de caricatura.
Gálvez, Manuel. Vida de Sarmiento, el hombre de autoridad. Editorial Tor, Buenos Aires, 1957.
Román, Claudia A. Prensa, política y cultura visual. El Mosquito (Buenos Aires, 1863-1893). Editorial Ampersand, Buenos Aires, 2017.
Rosa, José María. Historia argentina t. 8. Editorial Oriente, Buenos Aires, 1974.
Suárez Danero, Eduardo M. El cumpleaños de El Mosquito. Eudeba, Buenos Aires, 1964.


martes, 28 de mayo de 2024

ABRO LAS VENTANAS







































ABRO LAS VENTANAS
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Abro las ventanas,
Calzo el sol en mis pupilas
Y veo la luz que tu pecho
Al abrirse me regala.
Se me sale el corazón
Y se me enciende el alma,
Porque tu amor se hace plumas
Para llevarme en sus alas.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


viernes, 24 de mayo de 2024

LOS SEBRELIS: UNA BANDA DE CIPAYOS Y PERDUELLIS




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Los Campeonatos Infantiles Evita constituyeron un intento de captación de la infancia, a la manera de los Balilla de Mussolini. Estos torneos dieron réditos políticos, pero no deportivos, ya que pocos jugadores surgieron de ellos. (Juan José Sebreli)

La verdad es que cuesta enormemente vencer la náusea y  reprimir el vómito al tener que ocuparse de refutar a la ameba estreñida llamada Sebreli.
Ese error de la naturaleza, esa falla en la cadena evolutiva, no es “sólo” un nominalmente argentino renegado y traidor (otro más entre una larga lista de etcéteras), un cipayo, un perduellis al servicio del Foreign Office británico; es algo peor aún que eso: es, en tanto agente de la intelligentzia disolutiva de la nacionalidad, un germen patógeno capaz de producir efectos letales.
Y su discurso no es meramente la consabida cadena de idioteces acuñada en los años 40 del pasado siglo por la oligarquía y repetida hasta el hartazgo por el medio pelo argento estulto, arribista, tilingo y turiferario hasta bordear el cretinismo (cuando no hasta superarlo, incluso); es algo infinitamente más grave en tanto “apóstol” de una prédica goebbelsiana que taladra las mentes tal como la gota de agua que termina por horadar la piedra.
Lo de identificar a Perón con el bonapartismo calificándolo de imitador-continuador de Luis Napoleón Bonaparte, y lo de asimilar a Evita con el fascismo mussoliniano y/o con el falangismo y el franquismo españoles, es la carátula del dossier que contiene un plan macabro contra la argentinidad.
La biología concluirá (es de esperar que en breve; no sea que tengamos la puta desgracia de la reiteración de un fenómeno de longevidad excesiva) con ese ser abyecto; pero guarda: hay más sebrelis; porque también están sus cómplices, que son de su misma calaña y tan miserables y repugnantes como él mismo: Luis Alberto Romero, Fernando Iglesias, Beatriz Sarlo, Jorge Lanata, Santiago Kovadloff, Martín Caparrós y Lucas Llach, entre otras tantas alimañas de similar laya.
Esa canalla inmunda e infame es el asqueroso detrito que deriva de la descomposición social y encarna EL mal en términos absolutos en tanto constituye la cabecera de playa para las fuerzas que propugnan la disgregación nacional.
Ojo al piojo con minimizar el peligro que representa toda esa escoria que es nada menos que el huevo de la serpiente, el caldo de cultivo del brebaje hechicero que condujo a que la mitad de un pueblo, embrutecida, colonizada, carente de valores, ignorante, oportunista, irresponsable, olvidada de sus patres y de sus pretéritas glorias, con una oquedad en el lugar del corazón y el alma enferma, impermeable a la solidaridad y que huye de la palabra patriotismo tal como huye Drácula de las flores de ajo; llevara a la presidencia de la República a un coprolálico psicótico incestuoso con delirio mesiánico y veleidades de tiranuelo como Javier Milei.

-Juan Carlos Serqueiros-

miércoles, 22 de mayo de 2024

EL MUNDO DEL SENTIMIENTO EN EL RÍO DEL OLVIDO























Escribe: Gabriela Borraccetti *

En los 34 años que llevo ejerciendo mi profesión de psicóloga clínica, vengo observando que lo que llamamos cura va en un sentido sumamente peligroso. El ser humano es tratado psicológicamente como si fuera un papel en blanco al cual dirigir el dedo índice y señalar lo que está bien sentir, y si es lógico, ilógico, normal, productivo, sensato, improcedente, útil o inútil.
El daño que se inflige a las personas haciendo cirugía mayor en su alma, consiste actualmente en procurarle un reordenamiento de sentimientos en base a razones: lo que hay que olvidar, lo que hay que dejar de lado, lo que es importante y lo que no, lo que hay que superar, lo que es normal, lo que es conveniente, lo que hay que poner en primer plano, lo que hay que repetirse, en qué hay que concentrarse y en qué situaciones hay que hacer de cuenta que algo o alguien… ¡no existe!
Si a eso le sumamos las autoafirmaciones, los decretos, mantras y una cantidad de chips que evitan la reflexión; estamos condenados a caminar eternamente pisoteando nuestros problemas, lo cual es algo muy distinto a resolverlos.
El asunto es que la razón, los actos de voluntad y el deber, no pueden contra lo que se siente. Lo que sentimos pertenece al terreno de lo subjetivo, y querer curar algo que es natural tenerlo: subjetividad; es como querer operarnos de un brazo porque consideramos que sólo ese nos sirve y que con uno solo nos basta.
Por otro lado, querer dominar la vida en base a pura objetividad y amputando partes de nuestro ser (e incluso de nuestra historia, por considerarla un apéndice innecesario, un estorbo o algo que en teoría no se puede solucionar, como si no fuese posible leer un cuento por segunda, tercera o milésima vez y encontrar detalles que nos cambian la mirada), es como querer salir caminando sin piernas, sin saber de dónde venimos y por qué elegimos el camino de ir hacia dónde vamos.
La actual forma de tratar el dolor psíquico es hacer de cuenta que nacimos hoy y que tenemos una nueva vida. Y bajo ese principio se orienta a las personas a desconocer por qué son quienes son, cómo llegaron hasta aquí y cómo poder cambiar.
La razón y la fría lógica que se recibe como orientación y remedio en una terapia de este tipo, es además la razón de un otro que se coloca en una posición de poder y de sapiencia frente al paciente, ordenando en su mente lo que para él es prioritario, y desoyendo el dolor que, por supuesto, no siente en sí mismo ni padece. Esa forma de curar suena más a un padre que formatea la vida de su hijo, que a un terapeuta que sana.
Sanar no es ordenar ni señalar lo que se debe y lo que no. Tal como en la medicina, si uno no busca la raíz del mal; nos convertimos en consumidores de parches, en receptores de recetas, consejos o pastillas para tapar lo que nos pasa. Tapamos síntomas, tapamos recuerdos, dolores y tiempo; los borramos como se borran los errores ortográficos con una goma de borrar sobre el papel. Pero el magullón en la hoja, en el alma o en el cuerpo, queda, y la causa sigue viva escondida como la Hidra en el fondo de nuestra caverna psíquica.
Esa forma de sanar lo que fuere, cuerpo o alma (psique), es lo que causa los mayores problemas en esta humanidad que hace rato olvidó detenerse, observarse, pensarse, respetarse y concederse tiempo para comprender y saber de sí lo que cree saber de los demás.
Hoy no hay tiempo para los duelos, porque tal como lo indica la palabra duelo-dolor; esto lleva tiempo para tramitar y el tiempo es dinero. El dolor se ha catalogado como algo anormal, cuando en realidad; es la única forma de alarma que nos advierte que tenemos que parar y ocuparnos de nosotros.
La palabra superación pasó a ocupar el lugar del término elaboración y pasamos por encima todo lo que tendríamos que tratar con respeto. ¿No pasa eso, acaso, también con los viejos, los niños y en fin, con todo lo que demanda tiempo?
Hoy hay que erguirse enseguida ante cualquier caída, para seguir corriendo; aunque no sepamos hacia dónde ir. En el trabajo se te puede morir un hijo pero “tienes que superarlo”. Es mal mirado aquel que necesita reponerse de un problema, y es puesto en el lugar del "haber" contable cualquiera que esté pasando por una crisis o incluso por algo que lo convierta en un ser humano. Desde un embarazo hasta una preocupación familiar son tildados para el día de mañana saber a quién despedir primero.
El reino del pum para arriba y la cultura feliz se ha erigido en un modo de vida, en una moda a la que tememos desobedecer para no quedar "afuera". Hay que decir siempre y ante todo, que uno está “re bien, viste”, y no nos tomamos un minuto para llorar, porque eso es debilidad y además pone en fuga a todos los que nos rodean mientras somos máquinas de reír y sacarnos selfies.
Han amputado todas nuestras reacciones naturales, han enterrado nuestras dudas y han señalado al mundo emocional como si fuera una basura a descartar. La psicología se ha puesto más mágica y fast, y pululan los "consteladores", couchers (como si el alma fuese cuestión de entrenar), los neuro-psicólogos que nos toman como un amasijo de nervios y neuronas, y los chamanes que con dos simples pasos de baile te elevan a la categoría de ser metafísico. Algo genial para el ego, pero… letal para el alma.
Demonizaron al remedio más efectivo de la palabra para asegurar que la cura de Freud, de Jung y de los psicólogos profundos, no sirve. No sea cosa que pidas uno de esos por la obra social o la prepaga, y ellos tengan que costear por mucho tiempo un tratamiento que les lleva más dinero del que están dispuestos a invertir por tu alma.
La cultura, la ciencia y los que tienen el poder de decidir sobre el destino de todos, formatean el cerebro y las creencias, entronizando a los popes que llevan a consumir y a vivir superficialmente. Los "estudios" para sanar el alma son cursos de unos meses y las terapias son fastLustramos un poco, maquillamos otro tanto y listo, vete... para volver a enfermar, volver a pagar y volver a irnos, sólo un poco más ordenados de como vinimos. 
Así, seguro que  sentirás que es tu culpa. ¿Cómo no respondes a ningún tratamiento? ¿Qué clase de bicho raro eres? Mientras tanto, te vas convenciendo y haciendo a la creencia de que sin dudas, eres la rareza, el Quasimodo al que no le hacen efecto los mantras y las fórmulas que te dieron para remediar tu dolor, junto con las palabras del psicólogo, que te habla de lo que debes hacer o practicar en lugar de escucharte. Y después de todo, debe ser cierto que es tu cabeza la resistente a todo tratamiento, "porque a Fulanito se lo ve feliz, y yo aún (piensas para tus adentros) me siento mal". ¿No es cierto?  Pero claro, lo que te faltaría conocer, es que Fulanito, igual que tú; usa la misma máscara feliz para que no se le note la tristeza.
No es en vano que hoy se repita el lema que dice "como te ven te tratan; si te ven mal, te maltratan". Se ha tomado esto como sabia receta cuando lo único que hace es maquillar la apariencia, la superficie, porque adentro... ¡ah!, adentro puedes estar podrido, amargado, enojado, triste; pero eso sí: que no se note. Muy bueno para la televisión, muy malo para el alma.
Por lo general, la cura está donde nos dicen que no está. Hemos creído tanto que no tenemos que hablar del dolor, que hoy nos reunimos sólo si son festejos y hasta en los velorios hay menos gente. La cultura de la felicidad es en realidad un cáncer que pretende dejar en el tártaro las comunes penas, las dudas, las lágrimas, los traspiés, la historia dolorosa, los obstáculos, los miedos. Pero deja de lado todo eso, convéncete o déjate convencer de que eso es debilidad a superar y salta por encima de tus problemas. Del otro lado estará la muralla contra la que rebotarás.
El primer paso para sanar, es aprender a respetar lo que uno siente. Y lo que no resuelvas en tu interior, no se irá posando para la foto que publicas con tu mejor sonrisa. Eres un ser hecho de tiempo y palabras. Y el tiempo no es sólo pasado ni sólo presente ni sólo futuro. 
No lo olvides.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

lunes, 20 de mayo de 2024

PAULINO ORIHUELA, EL HOMBRE DEL SILENCIO






































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Son algunas de unas cuantas cuartetas más, que cada tanto me aparecen, recordando a los hombres que hicieron la época anterior a la que yo vivo… (José Larralde)

Le tengo rabia al silencio / por lo mucho que perdí, solía cantar Atahualpa Yupanqui. Y… ¿quiere que le diga? Yo, en cambio; lo amo. Amo ese silencio que es un cantor lleno de duendes en la voz, poéticamente enunciado por Pablo Raúl Trullenque. Pero al mismo tiempo; odio al silencio de la historia, vio... ese que se tiende en derredor de aquel a quien se busca condenar al olvido perpetuo, seguramente porque su recuerdo molesta como un jején, y porque evocarlo no les conviene a algunos que se han erigido en dueños absolutos de la memoria colectiva.
Paulino Orihuela y Rivero había nacido, en un día y un mes no precisados de 1772 (según algunos; de 1778, según otros), en Atiles, en los Llanos de La Rioja. Producida la Revolución de Mayo, la política riojana, enmarcada por el enfrentamiento interminable entre los clanes de los Dávila y de los Villafañe; hubo de engrosarse con los de los Quiroga, los Peñaloza, los Argañaraz, los Ocampo, los Brizuela y Doria, los del Moral y... los Orihuela.
Estrechamente vinculado a los Quiroga en tanto íntimo amigo y de toda la confianza de don José Prudencio (padre de Facundo, el Tigre de los Llanos), Paulino Orihuela era el conductor de los arreos de mulas y ganado con los que se contribuía desde La Rioja al Ejército Auxiliar del Perú al mando de Belgrano en Tucumán, y al de los Andes al mando de San Martín en Mendoza.
No escaparía Paulino, esforzado, infatigable, confiable, reservado, callado, dueño de profundos y elocuentes silencios, a la fascinación que provocaba el general San Martín, y así se sumó a la campaña a Chile primero y al Perú después. Ascendido a coronel por el mariscal Sucre, regresó a los Llanos cubierto con el mismo poncho de silencio con el que se había marchado diez años antes.
Hecho (por influencia de Juan Facundo Quiroga, que lo quería mucho) gobernador de La Rioja en marzo de 1831 en sustitución del zarco Brizuela (sí, el mismo que años después, estando nuestro país en pleno conflicto con Francia, se enredaría en aquella inicua Coalición del Norte, convertido en un patético cornudo borrachín que terminaría haciéndose matar sin pena ni gloria); volvería a detentar brevemente dicho cargo en 1841.
El 23 de agosto de 1831, el por entonces gobernador Paulino Orihuela le escribía al general Quiroga:
(...) saludarlo, y al mismo tiempo solicitar el consejo de V. para resolver en orden al nombramiento de la Junta Provincial de que hasta el presente carecemos: Yo ignoro de su conveniencia, o desconveniencia, por cuyo motivo hasta la fecha no he resuelto la correspondiente invitación, y lo haré o lo callaré según el parecer de V. (...)
Gozaba Orihuela de respeto, aprecio y consideración entre sus paisanos, sin que intervinieran en la opinión que de él se tenía, esas cuestiones de banderías políticas que suelen con tanta frecuencia dividirnos a los argentinos. El historiador nacido en Buenos Aires, pero por adopción y afincamiento tan riojano como el que más, teniente coronel Marcelino Reyes, nos dice de Paulino Orihuela que era éste un "ciudadano de antecedentes honorables que lo hacían estimar ante sus comprovincianos, no obstante de pertenecer á la 'Federación' de Quiroga, que si bien gobernó en una época nefasta no dejó tras de sí ningún recuerdo que empañase su buen nombre y su bien cimentada reputación" (sic).
Ducho y hábil a la hora de defender lo que consideraba suyo (sin ser ni por asomo doctor en leyes y ni siquiera poseer una esmerada educación) en argucias judiciales que le envidiaría hasta el más fogueado de los picapleitos, y con una notable cintura política, Orihuela (convertido ya en el indiscutido referente de los Llanos) fue, durante la presidencia de Sarmiento, el beneficiario de importantes contratos del gobierno para la construcción de represas y caminos.
Hay quienes afirman que murió el 3 de noviembre de ese año de 1887; y también los hay quienes sostienen que fue en 1892, ya cumplidos los 114 años.
¿Era federal? ¿Era unitario? ¿O quizá no era ni lo uno ni lo otro y tenía la habilidad de pasar alternativa y sucesivamente por ambas condiciones ubicándose en cualquiera de ellas según lo demandara el alineamiento con el orden imperante a nivel nacional? En definitiva, poco importa, pues Paulino Orihuela era ante todo; argentino, y podrían aplicársele estos versos de José Larralde en su "Fragmento de Catalino Paredes": Él sabía darle una mano a cualquiera / cualquiera fuera la divisa del que pedía / la suya, era la única que sirve: la de gaucho argentino.
Quienes escribimos sobre historia deberíamos ser un poco (o mucho) más humildes y dejar de lado la pretensión de juzgar; porque al fin de cuentas, como escribió Jorge Luis Borges en su "Jacinto Chiclana": Sólo Dios puede saber / la laya fiel de aquel hombre. / Señores, yo estoy cantando / lo que se cifra en el nombre.
Y si alguien preguntara por su tumba, le respondería, desde el fondo mismo de la historia, desde un ignoto sepulcro perdido para siempre en la noche de los tiempos… la voz del silencio.
El mismo obstinado, reconcentrado, silencio que amó durante los 114 años de su vida aquel coronel Paulino Orihuela a quien se me antojó hoy despojar de ese manto de injusto olvido que sobre él se echó.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS 

Bazán, Armando R. Historia de La Rioja. Plus Ultra, Buenos Aires, 1991.
De la Fuente, Ariel. Los hijos de Facundo. Caudillos y montoneras en la provincia de La Rioja durante el proceso de formación del Estado Nacional Argentino (1853-1870). Prometeo Libros, Buenos Aires, 2007.
Reyes, Marcelino. Bosquejo histórico de la provincia de La Rioja 1543-1867. Talleres Gráficos H. Cattáneo, Buenos Aires, 1913.
Robledo, Víctor Hugo. Los Generales de Quiroga. Nexo, Buenos Aires, 2004.
Zinny, Antonio A. Historia de los gobernadores de las provincias argentinas. Hyspamérica, Buenos Aires, 1987.


viernes, 17 de mayo de 2024

DESDE LAS VENTANAS DE LA TIERRA























DESDE LAS VENTANAS DE LA TIERRA
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Se van apagando lentas
Las luces de la Tierra,
Y se aclaran y murmuran
En el cielo las estrellas.
Farolitos tenues, tintineantes,
Que acompañan a la Luna
En su camino eterno, circular;
Y junto a ella pronuncian
Cantos de plata y de brillo
Esparcidos con el aliento
De los vientos celestiales.
En tanto giran las aspas
De la inmensa Vía Láctea,
Tímidamente se asoman
Por las ventanas de la Tierra
Los anhelos del mundo…
Y hasta un hombre de piedra
Ablanda su corazón,
Pidiendo con confianza
Un deseo al firmamento.
Pide, pues, el tuyo;
Que el cielo te envuelve
Sin dar jamás la espalda
A nadie.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

miércoles, 15 de mayo de 2024

VIVIR DESDE EL EGO


















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Vivir desde el ego es ofenderse ante la crítica, ensancharse ante el halago, creer absolutamente todo lo que los demás nos dicen acerca de nosotros mismos y reaccionar ante aquello que nos agrada o desagrada.
A mayor polarización, a mayor discriminación entre bueno / malo, lindo / feo, blanco / negro, etc.; más influenciables somos, más fácilmente creamos miedo y más evidenciamos una alta dependencia de los estímulos externos.
El ego es una instancia psíquica que conserva la unidad de la identidad; pero cuidado: no hay que confundirla con la identidad toda.
Por eso, reconoce a tu sombra. Ella habla también de ti, y al reconocerla, el ego se desvanece; porque allí donde arrojas luz, desaparece la oscuridad.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


martes, 14 de mayo de 2024

TOTAL... PA' HABLAR AL PEDO NO SE PAGA BOLETO








































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El 13 de mayo de 2015, el Archivo General de la Nación publicó en su cuenta de Facebook la misma imagen que oficia de portada del presente opúsculo, con este epígrafe:

El médico de la Gobernación de Río Negro, doctor César Fausone, examinando al hombre-mujer detenida por infracción a la Ley de Enrolamiento, 1902.
Documento Fotográfico C2299(sic)


El AGN no especificó la procedencia del documento fotográfico, limitándose sólo a consignar en cuál sección lo conserva; pero por mi parte puedo informarle, mi estimado amigo lector, que la imagen corresponde a una de las tres fotografías que fueran publicadas en la revista Caras y Caretas en su edición del 17 de mayo de 1902, página 39, para ilustrar con ellas un artículo en el cual se narraba sucintamente la detención por infracción a la "ley de enrolamiento" de una persona que vestida de mujer; resultó ser un hombre, circunstancia esa que era conocida por todos los habitantes de Colonia General Eustaquio Frías, en el por entonces territorio nacional y hoy provincia, de Río Negro.
Como puede usted mismo comprobar leyendo los comentarios, es notable (y lamentable) cómo, a partir de una foto que tiene nada menos que 122 años, algunos elaboran las “explicaciones” más fantasiosas, extravagantes, absurdas y ridículas, que van desde endilgarle al médico el mirar con “desprecio” y “soberbia” al detenido, hasta abundar en consideraciones sobre una presunta adscripción suya al positivismo criminológico lombrosiano. Y para mayor gravedad, sin privarse de meter en la misma bolsa a toda la Generación del 80, como si quienes formaron parte de ella hubiesen tenido un criterio unánime, obviando, entre otros factores, este “pequeño” detalle: quien combatió las ideas de Lombroso, polemizando con él en los diarios y en el propio idioma de su contendiente, fue precisamente uno de los más destacados integrantes de la Generación del 80: Osvaldo Magnasco; pasando por todo el arco político-ideológico actual con los que se refieren peyorativamente al infractor tachándolo de “puto” y con los que lo imaginan como una especie de precursor de las personas transgénero y se compadecen de su “triste destino” (el cual, dicho sea de paso, los unos y los otros ni siquiera conocen cuál fue, ni se molestaron en tratar de averiguarlo; pero lo mismo opinan porque total es gratis). En fin…
Esos… “comentaristas”, digamos, no valoraron la excelente calidad de la fotografía (que como enuncié precedentemente, es una de las tres que tomaron para la revista Caras y Caretas dos reporteros gráficos a los cuales se menciona sólo por sus apellidos: Yofré y La Valle, omitiéndose sus nombres de pila), ni mucho menos se detuvieron en las precisiones que se dan en el texto del artículo periodístico (claramente favorable a la índole, prendas de carácter y hábitos de la persona en cuestión). Y ni hablemos de pedirles a esos opinólogos que, aunque más no fuera, procuraran situarse en el contexto histórico.
La “ley de enrolamiento” mencionada tanto en la nota de Caras y Caretas como en el epígrafe del AGN, era en realidad una de las aristas de la ley 4031, propuesta por el Ejecutivo (presidencia de Julio A. Roca) a través del ministro de Guerra, coronel Pablo Riccheri; sancionada por el Congreso el 5 de diciembre de 1901, promulgada el 10 de ese mes y reglamentada en abril de 1902. Si bien el tratamiento de la ley debió apresurarse a raíz de lo que por diciembre de 1901 se estimaba como inminente: el estallido de una guerra con Chile; el propósito que se perseguía era mucho más ambicioso en lo social, en lo político y en lo estratégico-geopolítico, que esa situación coyuntural (que por otra parte; para mayo del año siguiente, esto es, el mes en que se tomó la foto y se publicó el artículo, ya estaba aventada; a punto tal que días más tarde se firmaban los llamados Pactos de Mayo que descartaban toda posibilidad de guerra).
No obstante ello; algunos de los “sesudos comentaristas” postearon irresponsablemente que al supuesto infractor seguramente lo incorporarían al ejército para mandarlo "a pelear contra sus hermanos" y delirios por el estilo; sin reparar en otro “pequeño” detalle: no se lo iba a incorporar al ejército de línea; sino a la guardia territorial. Pero bueno… se ve que para ellos, Goyeneche y Gath y Chaves son lo mismo (“segual”, diría Minguito).
El facultativo que aparece en la imagen es el doctor en medicina César Faussone (no “Fausone” como se consigna erróneamente en el artículo de Caras y Caretas y también en el epígrafe del AGN), un médico italiano arribado al país pocos años antes en el marco del desarrollo que a los territorios nacionales imprimió el gobierno de Julio A. Roca. Faussone fue nada menos que el pionero de la medicina en el sur argentino, y durante mucho tiempo fue el único médico de esa región en leguas a la redonda; por lo cual en aquel momento, el gobierno dispuso que viajara desde Rawson, donde residía, hasta Viedma, a reconocer médicamente al detenido. ¿Y por qué hizo eso el gobierno? Precisamente por las voces que en la pequeña comunidad se alzaron en favor del detenido, quien gozaba de general estima. El doctor Faussone no era lombrosiano ni por asomo, ni miraba con “desprecio” y con “soberbia” al preso, como temerariamente postearon algunos, llevando el divague al extremo.
Hasta donde me es dable saber, en los archivos de Río Negro no se conserva el expediente del cual podrían obtenerse los datos de filiación de la persona en cuestión, a qué etnia pertenecía, el proceso de su detención, etc. (es remotamente posible que algo haya en los archivos del Estado Mayor correspondientes al año 1902, pero ello no parece probable y en todo caso; nadie se dedicó a indagarlo). No obstante; puede inferirse con cierto grado de certeza que su caso fue idéntico al de otros miles: al sancionarse la ley, el Estado no disponía (y muchísimo menos en los territorios nacionales) de registros confiables de las personas, y por otra parte; había aún una alta tasa de analfabetismo, con lo cual muchos ni siquiera estaban enterados de que se había promulgado una ley de servicio militar obligatorio, y si bien es cierto que no puede alegarse ignorancia para soslayar el cumplimiento de la ley; no es menos cierto que la realidad impone cosas que el sentido común no puede obviar; ante lo cual tuvieron que dictarse muchas leyes de amnistía para quienes, voluntaria o involuntariamente, eludieron su cumplimiento; hasta que el Estado pudo al fin enrolar debidamente a todas las personas, lo que se efectivizó recién en 1912 de resultas de la ley Sáenz Peña.
En síntesis, seguramente aquella persona fue liberada a partir del informe del doctor Faussone, y muy probablemente habrá continuado con el oficio de tejidos y bordados que venía desempeñando. Mal que les pese a los fabuladores (tanto los retrógrados que están parapetados tras un conservadurismo esclerosado, obtuso, recalcitrante, acrítico, negador y con frecuencia alarmante, homofóbico, empeñados en denostar “putos”; como también los progres enancados en un indigenismo meramente declamatorio, trasnochado, disgregador y con veleidades de “vanguardista”, obstinados en encontrar “víctimas” de un pasado al cual, pese a no conocerlo ni entenderlo; consideran “oscurantista”).
Unos y otros, inmersos en el océano de prejuicios y estulticia al que los han arrojado todos los gobiernos que a su turno manipularon la historia y trataron de imponer como discurso único su particular y amañado relato del pretérito; continúan creándose las novelas surgidas de sus fantasías y opinando (o más bien, pontificando) como si supieran. Total… pa' hablar al pedo no se paga boleto.

-Juan Carlos Serqueiros-




lunes, 13 de mayo de 2024

EN SEGUNDOS





































Escribe: Gabriela Borraccetti *

Uno, dos, tres... y la cuenta que se pierde en los siguientes tic tac. Como dos niñas jugando a la ronda, las agujas danzan alrededor de un centro en todo caso inmóvil. Entonces... ¿qué es lo que se escurre con cuatro, cinco, seis... tic tac? Nada.
Nada parece haber cambiado. Entonces busco sobre la mesa, en las luces encendidas de la casa, debajo de mi cama y entre las pantuflas. Y la respuesta sigue siendo la misma. Tic tac.
Sigo buscando en el armario, entre los libros, en las escaleras y en el living. Los cuadros no se han movido y llevan en sus láminas las mismas figuras de muchos tics tac atrás. Sin embargo siete, ocho, nueve... tic tac. Repentinamente mi corazón sintió una brisa, y como si fuese un sueño, dejé mi cuerpo recostado en el sillón para salir volando al cielo. Tomada de las manos de las agujas que se habían convertido en alas, atravesé la ventana para poder tocar las estrellas. No supe cuánto tiempo había pasado, pero cuando volví, la alfombra estaba como la había dejado, las agujas, aunque me las había llevado, estaban allí, marcando su paso monótono, los tic tac se seguían sucediendo.
Pero yo... ya no era la misma. Y el tiempo ya no importaba.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.