Escribe: Juan
Carlos Serqueiros
El 3 de marzo
de 1804 nació en Río Chico, Tucumán, Celedonio Gutierez.
Siendo apenas
un adolescente, durante la Guerra de la Independencia, se enroló en el Ejército
Auxiliar del Perú y luchó contra los realistas junto a Güemes. En las luchas
civiles actuó en el bando federal. Participó en la guerra contra Andrés Santa
Cruz, a las órdenes del general Alejandro Heredia. Tras el asesinato de éste y el descalabro y la conclusión de la efímera Coalición del Norte (en lal cual tuvo destacada actuación) alcanzó el generalato, y en
octubre de 1841 fue proclamado gobernador de Tucumán, cargo que ejerció (con una corta interrupción entre julio de 1852 y abril de 1853) durante
casi trece años, hasta ser derrocado en junio de 1853 y -mientras procuraba recuperar el poder- derrotado, el 25 de diciembre
(lindo día para una batalla) por el unitario-liberal José María del Campo en Los
Laureles.
En 1862, tras largos años de extrañamiento en Bolivia, Catamarca y
Entre Rios (donde administró una estancia que poseía Urquiza en Mocoretá),
procuró recuperar la gobernación de Tucumán para los federales, aliado al general Angel Vicente Chacho Peñaloza (su antiguo enemigo en tiempos de la Coalición del Norte); pero
fracasó en el intento, siendo derrotado otra vez por José María del Campo en la
batalla de Río Colorado. Falleció a los 76 años en Alderetes, localidad aledaña
a la capital tucumana, el 12 de agosto de 1880, afectado por un cáncer en la
cara.
Era tío del
cura Uladislao Gutiérrez (aquel que tras huir con Camila O'Gorman, había sido
fusilado en Santos Lugares por orden de Rosas), y tatarabuelo del célebre humorista que usaba el
pseudónimo Landrú: Juan Carlos
Colombres.
Apenas una
modesta calle secundaria de escasas trece cuadras -en realidad, un pasaje que
sólo se convierte en calle propiamente dicha a partir de su intersección con la
avenida que lleva (ironía cruel) el nombre de su archienemigo: Gobernador José
María del Campo- recuerda, mezquinamente, su figura histórica. Mientras tanto, para
colmo de los colmos, una de las principales arterias de la ciudad de Tucumán, es
la designada con el nombre de aquel cuasi ignoto coronel unitario que Gutiérrez
había hecho fusilar el 17 de febrero de 1852, tras su fallida intentona de
derrocarlo: Crisóstomo Alvarez.
En fin, miserabilidades de la historiografía tucumana, la cual es manipulada a voluntad por quien la oligarquía de esa provincia ha erigido en amo y señor absoluto del pasado: Carlos Páez de la Torre; y
por la sucursal local del pasquín La
Nación: el diarucho La Gaceta, los que con encomio digno de mejor causa, se dedican a mentirles la historia a los tucumanos.
-Juan Carlos
Serqueiros-
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REFERENCIAS
DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS
AHPT. Fondo de
Gobierno.
Aráoz de
Lamadrid, Gregorio. Memorias del general
Gregorio Aráoz de la Madrid, vol. 1. Talleres Gráficos Bruschi, Buenos
Aires, 1947.
Diario La Gaceta. Ediciones del 12.02.2009, 06.11.2013,
11.03.2014, 25.08.2014 y 10.10.2014.
Rosa, José
María. Historia Argentina, t. 6.
Editorial Oriente S.A., Buenos Aires, 1974.
Saldías, Adolfo. Historia de la Confederación Argentina. Rozas y
su época, tomo V. Félix Lajouane
Editor, Buenos Aires, 1892.
De los blogs que he visitado, éste sin duda alguna es el mejor. Aquí lo encuentro a Solari, también historia, política y poesía. Gracias Juan Carlos.
ResponderEliminarSr. Serqueiros, qué pena que su interesante reseña sobre el peludo Gutiérrez termine encallando en un juicio tan lapidario como apresurado sobre Páez de la Torre. Si Ud. se hubiera tomado el trabajo de leer, por ejemplo, su separata de la Academia Nacional de la Historia sobre las relaciones de Gutiérrez con los "salvajes unitarios", muy otra hubiera sido su opinión. Pero siempre es más fácil vituperar y apostrofar. Deplorable lo suyo.
ResponderEliminarMáximo Méndez
DNI 16.541.907
Sr. Méndez, yo, por el contrario, no considero deplorable su comentario; sino que lo reputo como lamentable, toda vez que me resulta francamente inconcebible que a esta altura aún subsistan quienes se empeñan, como usted, en negar lo innegable: que a los tucumanos les mienten su historia (y con resultados a la vista como evidencia incontrastable) el historiador erigido en "oficial" Páez de la Torre y el libelo La Gaceta. En fin, cada quien es dueño de trasegar el veneno que le confirme y corrobore su prejuicio.
ResponderEliminarMe complace que, tal como consigna, le haya parecido interesante mi artículo, aún al punto de merecerle a usted como reacción la encendida defensa de un historiador enrolado decidida y férreamente en una de las dos ya anquilosadas "corrientes" de la historiografía argentina.
Saludos cordiales.