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setiembre, pero de 1901, nacía Tomás Adolfo Ducó. Fueron sus padres Enrique
Augusto Ducó y Elena Blanco.
Fervoroso, apasionado hincha del Club Atlético Huracán, se asoció a la entidad el 23 de
abril de 1916, integrando la Quinta División que se consagró campeona
derrotando a Independiente 3 a 1.
Abandonó la práctica del fútbol tres años después, para ingresar al Colegio
Militar de la Nación. En 1927 se casó en Mendoza con María Esther Cuervo
Montenegro. Destinado en La Plata, en 1931 descubrió, en un modesto club
de Ensenada, el enorme talento de uno de los más grandes goleadores que ha
tenido el balompié argentino: Herminio Masantonio, a quien llevó al Quemero de
sus amores.
En 1938 asumió por primera vez como presidente de Huracán y se abocó a sus
grandes proyectos, los cuales fructificaron en la construcción de la Sede
Social de la avenida Caseros y de uno de los estadios arquitectónicamente más
bellos del mundo: el Palacio que desde el 23 de setiembre de 1967 lleva su
nombre.
Ascendió a teniente coronel en 1942 y seguidamente fue puesto al frente del
Regimiento 3 de Infantería con cuarteles en Parque de los Patricios.
Fue uno de los fundadores del GOU (Grupo Obra de Unificación, según algunos
historiadores, o Grupo de Oficiales Unidos según otros) y tuvo una crucial y
decisiva participación en la Revolución del 4 de Junio de 1943 que derrocó al
gobierno que presidía Ramón A. Castillo. Su incorruptible honestidad jamás
desmentida y sus condiciones extraordinarias de emprendedor infatigable y
celoso y eficaz administrador, motivaron que fuera nombrado interventor de la Lotería
Nacional. Fue también presidente de la Liga Argentina de Básquetbol,
vicepresidente de la Asociación del Fútbol Argentino y cronista deportivo del
diario La Nación.
Era puro fuego y pasión, y a menudo impulsivo. Había anudado con Juan Domingo
Perón una íntima amistad que los llevó a la decisión conjunta y juramentada de
resistir ambos a los tiros y hasta la muerte, en el departamento de Perón donde
se habían atrincherado, la orden de detención que Castillo había impartido
contra éste. Poco después, en otro arrebato, el 29 de febrero de 1944 Ducó
sacó su regimiento a la calle para resistir el reemplazo de Pedro Pablo Ramírez
por Edelmiro Farrell, con lo cual la añeja amistad con Perón quedó rota. Nunca
se reconciliaron.
Tomás Adolfo Ducó falleció en Buenos aires el 31 de enero de 1964.
Icono principalísimo del Club Atlético Huracán, su figura histórica está
perenne e íntimamente ligada al progreso y a la grandeza de la institución.
-Juan Carlos Serqueiros-